Esta forma de cuestionamiento ha sido una constante en nuestros días. Ya Comte, en el siglo XIX, afirma que la metafísica es un modo de conocer propio de una época de la humanidad previo a la época de la humanidad en la que el modo de conocer es la ciencia positiva. Comte fundó el positivismo.
Sin embargo, también ha habido corrientes de opinión que han revalorizado la metafísica desde dentro, es decir, desde el interior de un saber positivo. Es el caso del neocriticismo francés, del positivismo espiritualista y de Bergson. En este último, la metafísica no es un conocimiento racional de lo inteligible, sino la posibilidad de una aprehensión intuitiva e inmediata de lo real, que la ciencia descompone y mecaniza.
El caso de Dilthey es diferente. Niega la posibilidad de toda la metafísica pero reconoce la aspiración natural e insoslayable en el hombre. Collinwood ha apuntado que la metafísica debe tomar conciencia de que ha sido, es y será una disciplina histórica.
El existencialismo es una corriente de pensamiento que se cuestiona sobre la posibilidad de la metafísica, siendo aún con todo en su metodología un pensamiento esencialmente metafísico. Otros autores han afirmado que la metafísica no es ciencia del ente, ni ciencia primera, sino saber radical. Es el caso de Ortega y Gasset. Afirma que la metafísica no es una ciencia porque es precisamente en ella donde se desarrollan todas las ciencias. En Heidegger el concepto de ser no es comparable al concepto de ser tradicional, por lo cual una introducción a la metafísica como introducción al ser no es lo mismo que una introducción a la ciencia del ente en cuanto tal.
Otras corrientes filosóficas del siglo XX caracterizan a la metafísica como pseudociencia, oponiéndose decididamente a su labor. Es el caso del pragmatismo, del marxismo y, sobre todo, del positivismo lógico. Para estos últimos la metafísica es esencialmente el producto de las ilusiones que el lenguaje despierta en nuestra mente. La metafísica es una abuso del lenguaje.
Sin embargo, también dentro de la propia filosofía analítica se ha defendido a la metafísica, al menos, como forma de discurso. Es el caso de Charles Morris. Según él, la metafísica se asemeja a la lógica y a la gramática, sólo que a diferencia de ellas, es de un tipo informativo. No obstante, las nociones de verdad y falsedad no pueden aplicarse a ese discurso, pues su fin es regir y organizar la vida humana. Bertrand Russell afirmó que el completo agnosticismo no es incompatible con el mantenimiento de proposiciones lingüísticas. Einstein declaró una vez: "el miedo a la metafísica es una enfermedad de la actual filosofía empírica, enfermedad que es sólo el contrapeso a aquel anterior filosofar en las nubes que creía poder deshacerse de lo dado a los sentidos y prescindir de él".
Otros han distinguido entre buena metafísica y mala metafísica. N. Hartman distingue entre ontología especulativa y ontología crítica. La primera se dedica a edificar sistemas y no a examinar los supuestos e implicaciones de los conceptos usados. La metafísica crítica es, fundamentalmente, un análisis lógico. P.F. Strawson ha distinguido entre una metafísica revisionaria y una metafísica descriptiva. La primera es similar a la idea de ontología especulativa y la segunda es la que describe nuestro pensamiento acerca del pensamiento efectivo del mundo. Nicholas Rescher ha hablado de metafísica taxonómica, metafísica arquitectónica y metafísica evaluativa.
La oposición a la metafísica, lo mismo que el reconocimiento de su legitimidad dicen muy poco de qué se entiende en cada caso por metafísica. Tanto Carnap como Heidegger se opusieron a la metafísica, pero las razones aducidas por cada uno eran radicalmente diferentes. Cuando autores de tendencia analítica hablan de metafísica, no entienden por ello lo mismo que autores de otras tendencias. Además, es posible estar de acuerdo con la crítica a la metafísica de Kant y a la vez elaborar tesis metafísicas, por ejemplo. Asimismo, es posible hacer metafísica en el sentido de filosofía primera de Aristóteles, sin por ello llegar a las conclusiones de los escolásticos. Por otro lado, hay tipos de pensamiento que se declaran a sí mismos metafísicos y que no son analíticos o científicos, pero tampoco especulativos en el sentido peyorativo del término.
En vista de la cantidad de acepciones existentes acerca de qué es metafísica, parece claro afirmar que no hay nada que pueda llamarse "la" metafísica. Hay modos de pensar filosóficos muy diversos que conllevan diversos tipos de metafísicas, a menudo incompatibles entre sí. Parece razonable entonces o abstenerse de discutir acerca de si es posible "la" metafísica o no, o liminar en lo posible esta palabra del vocabulario filosófico. Lo que se haga entonces filosóficamente será lo que importa, no si se llama o no "metafísica".
Sin embargo, también ha habido corrientes de opinión que han revalorizado la metafísica desde dentro, es decir, desde el interior de un saber positivo. Es el caso del neocriticismo francés, del positivismo espiritualista y de Bergson. En este último, la metafísica no es un conocimiento racional de lo inteligible, sino la posibilidad de una aprehensión intuitiva e inmediata de lo real, que la ciencia descompone y mecaniza.
El caso de Dilthey es diferente. Niega la posibilidad de toda la metafísica pero reconoce la aspiración natural e insoslayable en el hombre. Collinwood ha apuntado que la metafísica debe tomar conciencia de que ha sido, es y será una disciplina histórica.
El existencialismo es una corriente de pensamiento que se cuestiona sobre la posibilidad de la metafísica, siendo aún con todo en su metodología un pensamiento esencialmente metafísico. Otros autores han afirmado que la metafísica no es ciencia del ente, ni ciencia primera, sino saber radical. Es el caso de Ortega y Gasset. Afirma que la metafísica no es una ciencia porque es precisamente en ella donde se desarrollan todas las ciencias. En Heidegger el concepto de ser no es comparable al concepto de ser tradicional, por lo cual una introducción a la metafísica como introducción al ser no es lo mismo que una introducción a la ciencia del ente en cuanto tal.
Otras corrientes filosóficas del siglo XX caracterizan a la metafísica como pseudociencia, oponiéndose decididamente a su labor. Es el caso del pragmatismo, del marxismo y, sobre todo, del positivismo lógico. Para estos últimos la metafísica es esencialmente el producto de las ilusiones que el lenguaje despierta en nuestra mente. La metafísica es una abuso del lenguaje.
Sin embargo, también dentro de la propia filosofía analítica se ha defendido a la metafísica, al menos, como forma de discurso. Es el caso de Charles Morris. Según él, la metafísica se asemeja a la lógica y a la gramática, sólo que a diferencia de ellas, es de un tipo informativo. No obstante, las nociones de verdad y falsedad no pueden aplicarse a ese discurso, pues su fin es regir y organizar la vida humana. Bertrand Russell afirmó que el completo agnosticismo no es incompatible con el mantenimiento de proposiciones lingüísticas. Einstein declaró una vez: "el miedo a la metafísica es una enfermedad de la actual filosofía empírica, enfermedad que es sólo el contrapeso a aquel anterior filosofar en las nubes que creía poder deshacerse de lo dado a los sentidos y prescindir de él".
Otros han distinguido entre buena metafísica y mala metafísica. N. Hartman distingue entre ontología especulativa y ontología crítica. La primera se dedica a edificar sistemas y no a examinar los supuestos e implicaciones de los conceptos usados. La metafísica crítica es, fundamentalmente, un análisis lógico. P.F. Strawson ha distinguido entre una metafísica revisionaria y una metafísica descriptiva. La primera es similar a la idea de ontología especulativa y la segunda es la que describe nuestro pensamiento acerca del pensamiento efectivo del mundo. Nicholas Rescher ha hablado de metafísica taxonómica, metafísica arquitectónica y metafísica evaluativa.
La oposición a la metafísica, lo mismo que el reconocimiento de su legitimidad dicen muy poco de qué se entiende en cada caso por metafísica. Tanto Carnap como Heidegger se opusieron a la metafísica, pero las razones aducidas por cada uno eran radicalmente diferentes. Cuando autores de tendencia analítica hablan de metafísica, no entienden por ello lo mismo que autores de otras tendencias. Además, es posible estar de acuerdo con la crítica a la metafísica de Kant y a la vez elaborar tesis metafísicas, por ejemplo. Asimismo, es posible hacer metafísica en el sentido de filosofía primera de Aristóteles, sin por ello llegar a las conclusiones de los escolásticos. Por otro lado, hay tipos de pensamiento que se declaran a sí mismos metafísicos y que no son analíticos o científicos, pero tampoco especulativos en el sentido peyorativo del término.
En vista de la cantidad de acepciones existentes acerca de qué es metafísica, parece claro afirmar que no hay nada que pueda llamarse "la" metafísica. Hay modos de pensar filosóficos muy diversos que conllevan diversos tipos de metafísicas, a menudo incompatibles entre sí. Parece razonable entonces o abstenerse de discutir acerca de si es posible "la" metafísica o no, o liminar en lo posible esta palabra del vocabulario filosófico. Lo que se haga entonces filosóficamente será lo que importa, no si se llama o no "metafísica".
2 comentarios:
No estoy de acuerdo del todo. Al menos, hay una cosa que es metafísica irremediablemente: la metafísica entendida como filosofía primera.
Cada vez que la filosofía reflexiona sobre sí misma, es metafísica.
P. S. Espero que te hayan salido bien los exámenes. :P
¿Entonces la filosofía de la filosofía que reflexiona sobre si misma es la filosofía de nivel cero? Es la primera objeción que se me ocurre. Metafísica como filosofía primera, conforme. Pero son palabras vacías de significado.
Iendo más allá de la mera argucia lógica, el problema, a mi entender, reside en la definición de filosofía primera. Puede entenderse como la primera causa (orden real) o como primer axioma (orden lógico-epistemológico). En el primer caso hablamos de la ciencia empírica (óntica). Remontarse a causas trascendentales es trascender el orden de lo sensato. En el segundo caso, la empresa puede ser factible, pero nos topamos con el trilema de munchaussen.
Si se entiende la metafísica como una empresa esencialmente fundamentista, entonces corren malos tiempos para la metafísica.
Todo esto, claro está, aparte de la equivocidad de significados que encierra el término.
No sé, ahora estoy un poco espeso.
PS: los exámenes no muy bien. Entre seises y ochos. Y pa un 10 que saco, no me ponen matrícula. Bieeen aaaandamos...
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