A priori:
El índice de creatividad de la industria del cine se puede medir en función del número de adaptaciones y secuelas que se produzcan para dicha industria. Las adaptaciones pueden (y deben) añadir algo nuevo por el mero hecho de ser implementadas en un medio distinto. Las secuelas, en cambio, dificilmente llegan a aportar algo nuevo de calidad. No es el caso de la saga Die Hard, que tras un retroceso esperable en Alerta Roja, la cual parecía un plagio de la original, se reinventó en La Venganza, una auténtica orgía de acción que para muchos (entre los que me incluyo) superaba a la cinta del 88. El verano pasado se estrenó La Jungla 4.0. ¿Qué cabía esperar de ella? Poco o nada en vistas de la creatividad del cine más mainstream producido últimamente en norteamérica. Por otra parte, las expectativas estaban ahí. Hablamos de la saga La Jungla de Cristal amigos. Equilibrio de fuerzas entonces.
A posteriori:
Ni equilibrio ni hostias. Estamos ante otro producto de consumo y digestión fácil. Otro intento de los productores hollywoodienses por sacar partido a una serie (otra, y ya van unas cuantas) que estaba muy bien como estaba. Y estamos, sobre todo, ante lo que es la tumba de uno de los mejores personajes de acción de todos los tiempos. En el epitafio pone: Despropósito.
McClaine, John McClaine. Así se llamaba el héroe de acción definitivo. Un tipo vivo y sarcástico, pero también orgulloso y bocazas. Policía alcohólico por contrato indefinido y salvador de vidas a tiempo parcial. Con problemas familiares y laborales. Un tipo, a fin de cuentas, normal, con el que te echarías unas cervezas en una tasca de mala muerte, pero con la singularidad de estar a veces en el lugar equivocado en el instante menos preciso. ¿Qué queda de eso? Nada, a excepción de lo que quepa traslucir tras la parodia.
Y es que La Jungla 4.0 no nos presenta a John McClaine, nos presenta otra cosa. Willis ya no encarna a un tipo duro de matar, interpreta a alguien indestructible. Por quien los años no pasan. Con aura de inmortalidad. Una mezcla de Terminator, Némesis y John McClaine, donde lo más difícil de hallar es lo que hay del propio McClaine en el personaje. Si hasta lo diálogos y comentarios graciosos han sido disminuidos a su mínima expresión en pos de un personaje más frío y maquinal. Un McClaine descafeinado, sin nada de carisma, pero letal. Lo dicho: suena a parodia y a refrito de ingredientes cogidos de aquí y allá.
Los guionistas, para paliar este hecho han basado la trama en una historia de hackers informáticos, por lo demás, no demasiado interesante. La intención, supongo, humanizar al personaje de McClaine a la luz de sus carencias en conocimientos informáticos. Por otra parte, ardid no muy logrado, pues no creo que un policía de bajo rango deba conocer demasiadas cosas acerca de métodos de encriptamiento de información y bases de datos. Sin embargo, me ha gustado cómo han profundizado en la tiña y desconfianza a la tecnología del bueno de John. Lo que en las entregas anteriores se insinuaba, en La Jungla 4.0 se muestra explícitamente: un dinosaurio en la era tecnológica. Aunque como es la tónica en esta cinta, de manera exagerada y abusiva.
El malo de la peli, como era de esperar, no hace sombra a McClaine. No tiene el desparpajo de Rickman en la primera parte ni el frío y sutil discernimiento de Irons en la tercera. Tan sólo es un experto en informática con ciertas ansias de venganza hacia los EE.UU. y con grandes expectativas de hacerse millonario desde el cuadro de diálogo de su ordenador. Si hasta la hija de John parece tener más pelotas que él. De igual manera no cumple Justin Long, el informático bueno de la peli. No tiene el ácido carisma de Zeus y no es Reginald Veljonshon (aquí Carl Winslow).
En cuanto a Len Wiseman (Underworld I y II), se limita a poner la cámara allí donde le dicen. No hay un sólo encuadre en el que murmures un pedante "ummm". Nada, todo parece de encargo. Sobre todo en las escenas de acción, que por otra parte, tampoco están nada mal (aún cuanto de exageradas tengan). En La Jungla 4.0 las escenas de acción son más contundentes, más inverosímiles y, en general, más al límite (¡McClaine derriba un caza con un camión!). En ese aspecto la película cumple. El problema reside en la ausencia de pulso del realizador en la narración. El ritmo narrativo flojea allí donde no hay acción y los momentos de desarrollo de la trama se suceden bruscamente. Y lo peor de todo, lo hacen sin los chispazos de genialidad de su predecesora. Por ello, no es sólo que la peli no consiga sumergirte en un estado de interés constante o creciente, es que el interés se disipa a medida que la acción se desarrolla. Incluso llega a aburrir.
No es de extrañar que una película acerca de unos terroristas tras el 11-S sea un éxito de taquilla, máxime cuando la presencia de John McClaine está de por medio. Sin embargo, son tantos los errores que aquí y allá impregnan la película, que el índice de taquilla se revela como un marcador en falso (como casi siempre por otra parte). La Jungla 4.0 pretende ser un divertimento durante un par de horas por medio del cual hacer caja. Y en efecto, ha hecho caja. Pero desde luego no ha colmado las expectativas que se le presuponía a una de las mejores sagas de cine de acción. Y es que Die Hard 4.0 tiene más de 4.0 que de Die Hard.
El índice de creatividad de la industria del cine se puede medir en función del número de adaptaciones y secuelas que se produzcan para dicha industria. Las adaptaciones pueden (y deben) añadir algo nuevo por el mero hecho de ser implementadas en un medio distinto. Las secuelas, en cambio, dificilmente llegan a aportar algo nuevo de calidad. No es el caso de la saga Die Hard, que tras un retroceso esperable en Alerta Roja, la cual parecía un plagio de la original, se reinventó en La Venganza, una auténtica orgía de acción que para muchos (entre los que me incluyo) superaba a la cinta del 88. El verano pasado se estrenó La Jungla 4.0. ¿Qué cabía esperar de ella? Poco o nada en vistas de la creatividad del cine más mainstream producido últimamente en norteamérica. Por otra parte, las expectativas estaban ahí. Hablamos de la saga La Jungla de Cristal amigos. Equilibrio de fuerzas entonces.
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A posteriori:
Ni equilibrio ni hostias. Estamos ante otro producto de consumo y digestión fácil. Otro intento de los productores hollywoodienses por sacar partido a una serie (otra, y ya van unas cuantas) que estaba muy bien como estaba. Y estamos, sobre todo, ante lo que es la tumba de uno de los mejores personajes de acción de todos los tiempos. En el epitafio pone: Despropósito.
McClaine, John McClaine. Así se llamaba el héroe de acción definitivo. Un tipo vivo y sarcástico, pero también orgulloso y bocazas. Policía alcohólico por contrato indefinido y salvador de vidas a tiempo parcial. Con problemas familiares y laborales. Un tipo, a fin de cuentas, normal, con el que te echarías unas cervezas en una tasca de mala muerte, pero con la singularidad de estar a veces en el lugar equivocado en el instante menos preciso. ¿Qué queda de eso? Nada, a excepción de lo que quepa traslucir tras la parodia.
Y es que La Jungla 4.0 no nos presenta a John McClaine, nos presenta otra cosa. Willis ya no encarna a un tipo duro de matar, interpreta a alguien indestructible. Por quien los años no pasan. Con aura de inmortalidad. Una mezcla de Terminator, Némesis y John McClaine, donde lo más difícil de hallar es lo que hay del propio McClaine en el personaje. Si hasta lo diálogos y comentarios graciosos han sido disminuidos a su mínima expresión en pos de un personaje más frío y maquinal. Un McClaine descafeinado, sin nada de carisma, pero letal. Lo dicho: suena a parodia y a refrito de ingredientes cogidos de aquí y allá.
Los guionistas, para paliar este hecho han basado la trama en una historia de hackers informáticos, por lo demás, no demasiado interesante. La intención, supongo, humanizar al personaje de McClaine a la luz de sus carencias en conocimientos informáticos. Por otra parte, ardid no muy logrado, pues no creo que un policía de bajo rango deba conocer demasiadas cosas acerca de métodos de encriptamiento de información y bases de datos. Sin embargo, me ha gustado cómo han profundizado en la tiña y desconfianza a la tecnología del bueno de John. Lo que en las entregas anteriores se insinuaba, en La Jungla 4.0 se muestra explícitamente: un dinosaurio en la era tecnológica. Aunque como es la tónica en esta cinta, de manera exagerada y abusiva.
El malo de la peli, como era de esperar, no hace sombra a McClaine. No tiene el desparpajo de Rickman en la primera parte ni el frío y sutil discernimiento de Irons en la tercera. Tan sólo es un experto en informática con ciertas ansias de venganza hacia los EE.UU. y con grandes expectativas de hacerse millonario desde el cuadro de diálogo de su ordenador. Si hasta la hija de John parece tener más pelotas que él. De igual manera no cumple Justin Long, el informático bueno de la peli. No tiene el ácido carisma de Zeus y no es Reginald Veljonshon (aquí Carl Winslow).
En cuanto a Len Wiseman (Underworld I y II), se limita a poner la cámara allí donde le dicen. No hay un sólo encuadre en el que murmures un pedante "ummm". Nada, todo parece de encargo. Sobre todo en las escenas de acción, que por otra parte, tampoco están nada mal (aún cuanto de exageradas tengan). En La Jungla 4.0 las escenas de acción son más contundentes, más inverosímiles y, en general, más al límite (¡McClaine derriba un caza con un camión!). En ese aspecto la película cumple. El problema reside en la ausencia de pulso del realizador en la narración. El ritmo narrativo flojea allí donde no hay acción y los momentos de desarrollo de la trama se suceden bruscamente. Y lo peor de todo, lo hacen sin los chispazos de genialidad de su predecesora. Por ello, no es sólo que la peli no consiga sumergirte en un estado de interés constante o creciente, es que el interés se disipa a medida que la acción se desarrolla. Incluso llega a aburrir.
No es de extrañar que una película acerca de unos terroristas tras el 11-S sea un éxito de taquilla, máxime cuando la presencia de John McClaine está de por medio. Sin embargo, son tantos los errores que aquí y allá impregnan la película, que el índice de taquilla se revela como un marcador en falso (como casi siempre por otra parte). La Jungla 4.0 pretende ser un divertimento durante un par de horas por medio del cual hacer caja. Y en efecto, ha hecho caja. Pero desde luego no ha colmado las expectativas que se le presuponía a una de las mejores sagas de cine de acción. Y es que Die Hard 4.0 tiene más de 4.0 que de Die Hard.
Puntuación: 3.9
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