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jueves, 14 de agosto de 2008

El Turco, y también otros autómatas ajedrecísticos

Hoy en día es difícilmente imaginable pensar el ajedrez sin los programas informáticos destinados a hacernos la vida imposible mientras jugamos contra ellos. Es curioso contemplar como la máquina ha superado al ser humano; la creación al creador. La victoria de Deep Blue frente a Kasparov, en este sentido, supuso un hito: la demostración empírica de que la capacidad de cálculo humana puede ser rebasada. Y vaya que si se rebasó... En cualquier caso, la creación de Deep Blue no supuso, ni mucho menos, un punto final en el desarrollo de IA con vistas a jugar una partida de ajedrez. Hoy en día, el principal motor que guía estas investigaciones es esencialmente pedagógico; enseñar al jugador a mejorar su juego. Es por ello que la relación máquina/hombre no tiene porque llegar a ser especialmente traumática. Ha llegado el momento de que el mentor aprenda del discípulo.

Sin embargo, hoy no os voy a hablar del estado de la cuestión, de cual es el estado de cosas existente a este respecto. Hoy os voy a hablar del oscuro y pedregoso camino; del trayecto, no de la meta. Os voy a contar cuáles fueron los inicios de la implantación de la máquina en ese mundo del jaque mate. Exacto, os voy a hablar de los primeros autómatas.

En este campo creativo tan apasionante, la tradición nos habla de un ensayo de un autómata ya en el siglo XIII, conocido como el portero perteneciente a San Alberto Magno. Desgraciadamente, no existe demasiada información al respecto. Fue en los siglos XVIII y XIX, al compás de los progresos de la relojería y del desarrollo de la revolución industrial, cuando tuvieron lugar realmente las primeras experiencias interesantes con autómatas. Así fueron creados el flautista de Vaucanon (1738), el escribiente de Knaus (1760), y el Psycho de Maskeline (1975) que resolvía operaciones aritméticas sencillas y podía jugar a las cartas. Con este ambiente no es de extrañar los intentos para construir un autómata que pudiera competir dignamente con el hombre en el juego del ajedrez.

Corría el año 1769 cuando la primera máquina, llamada el Turco por el vestido y el turbante que llevaba su figura, efectuaba su primer movimiento ante un asombrado público en el que figuraba la emperatriz María Teresa de Austria y la mayor parte de sus cortesanos. El autor de tan espectacular ingenio era el barón Wolfang von Kempelen, un ingeniero húngaro. Su fama se extendió por toda Europa en cuyas capitales hizo demostraciones con interés cada vez más creciente. Más tarde, el Turco fue comprado por Maelzel, un músico de Baviera que lo exhibió en las ciudades más importantes de América.

El Turco, y, en el interior, presumiblemente Kant...

El Turco aparecía sentado ante una caja de considerables dimensiones, en cuya parte superior estaba colocado el tablero de ajedrez. Antes de cada partida se abría la caja y se mostraba a los curiosos e incrédulos los engranajes, hilos, ruedas y manivelas que cuidaban su funcionamiento. Iniciado el juego, el Turco tomaba las piezas con su mano izquierda y las colocaba en la casilla adecuada, y si el contrario realizaba un movimiento irregular, el "autómata" se quedaba inmóvil negándose a continuar la partida. Mientras jugaba era claramente perceptible el ruido que producía su complicado mecanismo.

Se hicieron numerosas tentativas para descifrar su enigma; incluso fue sometido a investigación por distintos comités científicos, pero todo fue inútil. Algunos suponían que debía valerse, para efectuar las jugadas, de fuerzas magnéticas y estaría ayudado por algún espectador que se comunicaría con él por este medio. Sea como fuere, la mayoría terminaba por admirar el genio de su constructor.

El "autómata" ni siquiera respetó a las cabezas coronadas como el emperador José II o a la zarina Catalina II de Rusia. Ni Napoleón Bonaparte, con toda su astucia, pudo derrotar al famoso Turco. Se cuenta que durante la estancia del Emperador francés en Viena en 1809 la máquina se atrevió a ganarle tres veces. Entonces Napoleón perdió el dominio de sí mismo y con un gesto de rabia tras su tercer fracaso barrió todas las piezas del tablero que utilizaba el autómata, arrojándolas al suelo.

Edgar Allan Poe, el genial novelista norteamericano, interesado por el funcionamiento del autómata fue uno de los primeros en lanzar la idea de que el ingenio era una solemne superchería (por cierto, Poe se jactaba de afirmar, como buen ludópata, que la probabilidad de que saliera un seis tras cinco intentos saliendo seises con los dados, era menor que la primera vez. Y a la inversa) y hasta le dedicó una de sus narraciones: El jugador de ajedrez de Maelzel. Y no se equivocaba...

Durante una exhibición efectuada en Filadelfia, un periodista norteamericano observó ciertos rumores y agitaciones en el interior del armario, cuando un gracioso entre el público se le ocurrió gritar ¡fuego!, y vio claramente como un individuo salía del interior del autómata y trataba de escapar a toda prisa del supuesto peligro. El periodista fue más ligero y lo detuvo, confirmándose lo que se sospechaba: era un ajedrecista camuflado.

Descubierto el secreto, el Turco, al que no se le puede negar el ingenio de su constructor, pues desde el punto de vista de la ciencia moderna, fue un precursor de la acústica ya que llegaba a articular algunas palabras imitando la voz humana, fue adquirido como curiosidad histórica por el Chinese Museum de Filadelfia. Desgraciadamente, resultó destruido por un incendio el 5 de julio de 1854.

Al parecer, Napoleón había sido derrotado por el austriaco Johhann Allgaier, uno de los más célebres campeones del momento... camuflado entonces dentro del turco.

Ajeeb, otro supuesto autómata, fue construido en 1868 por el inglés Charles Arthur Hooper, que lo vistió a la usanza egipcia y fue exhibido también con gran éxito en Europa y América hasta que en 1929 también fue destruido por un incendio.

El tercero de la serie de pseudo-autómatas, Mefisto, fue creado en 1878 por Charles Godfried Gumpel, fabricante de miembros ortopédicos. Realizó exhibiciones públicas ante Bird, Blackburne y otros prestigiosos jugadores y estuvo manejado probablemente por el gran maestro Isidor Gunsberg.

La gloria de la fabricación de una máquina de ajedrez que funcionó en la realidad se la llevaría el genial ingeniero español Leonardo Torres Quevedo hacia el año 1890. Sin truco alguno de intervención humana, este autómata electromecánico da mate al rey negro adversario, con su rey y torres propios, en 63 jugadas. Según las vigentes reglas de la FIDE, el resultado de la partida quedaría en tablas. No obstante y teniendo en cuenta la época en la que vivió Torres Quevedo, no podemos regatearle nuestra admiración por su genialidad.

Máquina de Torres Quevedo

Esta máquina maravillosa todavía existe y funciona. Se halla en el departamento de construcción de máquinas de la Universidad Politécnica de Madrid. El "robot de sobremesa" anuncia jaque y mate por medio de un altavoz, basándose en un principio no muy diferente del primitivo gramófono.

Desde entonces, la creación de autómatas capaz de jugar al ajedrez ha perdido interés científico. Crear máquinas con apariencia humana dejó de revestir importancia a partir de mediados del siglo pasado, en favor de la creación y perfeccionamiento de la revolución tecnológica y científica del siglo XX: la cibernética y el mundo de la computación. Los primeros que desarrollaron protoprogramas informáticos capaces de poder jugar al ajedrez fueron el húngaro Nemes en 1949 y Shannon en 1950. Posteriormente les seguirían los estudios de Turing y Kister en 1951... pero todo esto ya es otra historia.

domingo, 8 de junio de 2008

De apellidos va el tema

Escuchar carrusel deportivo mientras juegas al pro no suele ser una buena idea si tienes cosas que hacer. (La sociología está en camino de demostrar empíricamente la ecuación: carrusel deportivo + pro = fracaso escolar. En serio.) Pero a veces está bien. Sobre todo cuando te enteras con ello de la existencia de herramientas que redundan en "beneficio" de encontrar nuevas vías para hallarle el sentido a tu inmenso y desproporcionado instinto, para algunos vocación, de perder el tiempo. Herramientas, decía, como la siguiente.

Desarrollado por el instituto nacional de estadística, lo que os voy a presentar es un buscador de apellidos. La herramienta te dice el número de personas que comparten un apellido en España y las distribuye demográficamente por provincias. Y os aseguro que nada tan aparentemente anodino puede llegar a ser tan revelador. Sobre todo cuando haces veraderos descubrimientos como los que siguen:

11 personas se apellidan Polla.
255 personas se apellidan Tetas.
146 personas se apellidan Marica.
5542 personas se apellidan Gay.
24 personas se apellidan Orto.
107 personas se apellidan Paliza.
118 personas se apellidan Muerte.
5 personas se apellidan Dolor.
451 personas se apellidan Bobo.
179 personas se apellidan Burro.
281 personas se apellidan Cerdo.
3337 personas se apellidan Ganán.
132 personas se apellidan Pobre.
39 personas se apellidan Nazi.
142 personas se apellidan Marx.
6 personas se apellidan Hegel.
228 personas se apellidan Bond.
376 personas se apellidan Holmes.
55 personas se apellidan House.
390 personas se apellidan Gibson.
7 personas se apellidan Oz.
438 personas se apellidan Buda.
55 personas se apellidan Manson.
160 peronas se apellidan Bush.
42 personas se apellidan Korn.
203 personas se apellidan como yo, Reilly.

Etc.

Sólo 16 personas se apellidan Bien.

Se me olvidaba, pichando aquí llegaréis a la página en cuestión. Que la disfrutéis.

martes, 11 de marzo de 2008

Mi nueva arma de destrucción masiva

Placa Base: Intel Core2 Asus P5k-E/Wifi-AP S

Procesador: Intel Quad Core 6600 2.4 Ghz Sk775

Memoria Ram: 3Gb DDR2 1066 Mhz Kingston Hiperx

Tarjeta Gráfica: Nvidia 512 Mb XFX 8800 GT PCX SLI 670M

Disco Duro: 500 GB SATA2 Seagate 7200 16Mb

Más la fuente de alimentación, la regrabadora, etc.

domingo, 23 de diciembre de 2007

La tortuga Burt

La explosión de la bomba atómica (junto quizá con el holocausto) posiblemente sea el acontecimiento más importante de la segunda guerra mundial y, por extensión, de todo el siglo XX. Desde un punto de vista filosófico, de crítica cultural y política, supuso el replanteamiento de las bases y principios sobre los que la sociedad occidental había erigido todo su entramado moral y cultural. En este sentido, se habla de la crisis de la modernidad y del fracaso del proyecto ilustrado. Esa idea generativa, asumida por todos, de que la ciencia contribuiría a un supuesto progreso de la humanidad fue puesta en cuestión. Hiroshima y Nagasaki hicieron ver al mundo que la ciencia es mucho más que una acumulación de factores epistémicos; el conocimiento como objetivo último de la ciencia se puso en tela de juicio.

La cuestión no era que la ciencia conllevara conocimiento, sino más bien qué factores no-epistémicos conllevaba también la ciencia. La tecnología, en todas sus aplicaciones y usos, fue puesta en el punto de mira como el principal catalizador de los intereses económicos y bélicos de los estados. La ciencia, en su manifestación tecnológica, no se contempló como un artefacto capaz de perfeccionar a la sociedad, sino más bien como un peligro inherente a ella.

***

Que esta clase de reflexiones fueran producto de un contexto histórico muy determinado no es un hecho baladí. Hoy en día, si bien la inmensa mayoría de la población se muestra escéptica respecto a las acciones que llevan a cabo los estados del mundo, ese escepticismo tiene tanto en el optimismo como en el pesimismo las dos caras de una misma moneda: la gente ya no sabe a qué atenerse, tanto para lo bueno como para lo malo. Hoy en día el tipo de reflexión acerca del fracaso del proyecto ilustrado tendría sus acotaciones tanto en la sanidad y la educación pública, en el terreno más social, como en la sociedad del conocimiento, desde un plano más económico. Y en general, en los derechos humanos.

La desconfianza ante la autoridad política gestora, en gran parte, de la calidad de nuestras vidas, no obstante, sigue plenamente vigente. Si se puede admitir que la desconfianza exhacerbada tras la segunda guerra mundial era producto de su contexto, también se puede admitir que estaba plenamente justificada en ese mismo contexto (aunque la generalización y extrapolación indiscriminada no lo esté). Y se puede hacer a la luz de documentales como The Atomic Cafe (1982), en el que se nos muestran las argucias propagandísticas del gobierno de los Estados Unidos, durante el periodo de la posguerra y de la incipiente guerra fría, para hacer ver a su población que los peligros de la energía nuclear, en realidad, no son tantos. También se nos muestran los antecedentes de la caza de brujas, las pruebas nucleares de la bomba A y la H y el final de la segunda guerra mundial, aunque esos son otros temas ya.

En ese documental, conformado por vídeos de archivo en su totalidad, se nos muestran mensajes tan dantescos como ridículos: soldados ubicados en zonas absolutamente devastadas por la radiación y cuya única protección son unas sencillas gafas de sol, una piara de cerdos vestidos con el uniforme de los militares y abandonados a su suerte en una zona también devastada con el objetivo de saber si la piel humana también resistiría la radiación existente (la piel humana y la del cerdo tiene la misma consistencia), un tipo al que la sóla idea de las consecuencias de la detonación de una bomba atómica le provoca paranoias y, en general, otras muchas lindezas de las que ahora no me acuerdo.

Mi episodio preferido es el de la tortuga Burt, en el que una simpática tortuga enseña a los niños a que ante el mínimo indicio de resplandor nuclear, lo más correcto es hacer un "práctico y útil" Duck And Cover!



The Atomic Cafe
pone de manifiesto que los mecanismos de los estados democráticos pueden ponerse al servicio de la ocultación de la realidad. En ese sentido, es una prueba de que la desconfianza puede llegar a estar justificada. Y aunque en el caso de la tortuga Burt, esa ocultación de información pueda ser lícita en la medida en que los receptores no son más que niños, no es menos cierto que supone uno de los episodios más surrealistas de toda la propaganda nuclear americana de posguerra. O nu-ce-lar en tanto que propaganda.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Sociedad del Conocimiento y Wikis

Hoy en día el término Sociedad de la Información está muy en boga. Con él se alude al hecho de que los mecanismos económicos y culturales de las sociedades contemporáneas tienen su motor no tanto en los procesos industriales como en los artefactos producentes de información. Es por ello que se habla de sociedad de la información en contraposición a sociedad industrial.

En principio esta distinción puede resultar meramente retórica, pues en la medida en la que el mundo en el que vivimos la producción de manufacturas de la más diversa índole sigue plenamente vigente, los citados artefactos producentes de información sólo supondrían un continuo respecto a lo netamente industrial dentro del marco macroeconómico. Y de hecho, hablando en términos estrictos, lo que hay es un continuo. No obstante, que esto sea así no significa que la distinción sea baladí. Desde los años 70 se han realizado diversos estudios socio-económicos que ponen de manifiesto la cada vez mayor presencia en el mercado laboral de titulados en formación superior. Correlativamente, del número total de empleos en los países occidentales, hay más trabajadores relacionados con profesiones asociadas con la actividad intelectual (en sentido amplio) que con la actividad meramente manual o física. Es en este sentido en el que hay entender la distinción y, si se quiere, contraponerla con el estado de cosas existente en el siglo XIX.

Uno de entre los muchos aspectos de la Sociedad de la Información es la propiedad de generar nuevos contenidos culturales constantemente. Pero por contenido cultural puede entenderse cualquier cosa, pues hablar de la cultura es hablar de la totalidad de las cosas producidas por el ser humano. Cultura es tanto el último disco de In Flames como la secuenciación completa del genoma humano. Por ello la expresión lleva a error y es más correcto, a pesar de la redundancia, decir que la Sociedad de la Información tiene la propiedad de generar nuevos contenidos informacionales constantemente.

Ahora bien, si la producción de nueva información es constante, se plantea un problema. ¿Cómo demonios puede un individuo de características finitas tener acceso a información potencialmente infinita? Es necesario distinguir entre información y conocimiento. Y por tanto, entre sociedad de la información y sociedad del conocimiento.

En principio, es tan relevante, por poner un ejemplo, la muerte de Belén Esteban como la de Hunter S. Thompson. No debería haber nada en esos hechos que marcase diferencia de un lado o de otro. Ambos hechos son información y en principio valen lo mismo. La cuestión se plantea en la medida de cuál de ambos dos hechos, suponiendo que hubiera oposición, debería engrosar el cuerpo de conocimientos común. Supongamos la imposición de un canon para el establecimiento a priori, y por tanto dogmático, de lo que debe ser conocimiento. Ese criterio serviría para cuestiones científicas, donde las autoridades están bien definidas y los criterios de decisión más o menos claros. Pero no serviría para este caso. Se necesitan criterios democráticos entendidos en un sentido general.

Uno de los mayores aportes que ha traído consigo la web 2.0 es la creación de lo que se ha denominado wikis. Con ellas se ha conseguido lograr una democratización en el filtro del paso de lo que es información a lo que es conocimiento. Con ellas se ha dado una zancada de gigante para convertir la sociedad de la información en la sociedad del conocimiento, esto es, en una sociedad de la información más democratizada en la creación y acceso al conocimiento. Naturalmente que esta situación abre muchos problemas, pero de ellos no hablaré en esta entrada.

Como apunte final, si no sabes lo que son las wikis, echa un vistazo al vídeo de abajo. Una excelente ilustración (ilusa e ideal dirán algunos) de lo que el funcionamiento de una wiki es.



miércoles, 28 de noviembre de 2007

El PageRank de Google

Todo el que tiene un blog ansía tener muchas visitas, que la gente lea lo que tiene que decir y que, en definitiva, su espacio se haga popular. Si no, siendo francos, no haces un blog; escribes para ti. O directamente no escribes. Y punto.

Por esto el blogger es un animal social, pero un animal social muy especial. Aquí la sociabilidad no se consigue siendo guapo, ni atractivo, ni riendo las gracias del prójimo. La sociabilidad en la blogosfera es un concepto bastante difuso, poco claro.

Preguntaréis: ¿Por qué puñetas el blogger ha de ser un animal social si ni siquiera sabes lo qué estás significando con esa expresión?

Buena pregunta. Empleo la expresión "animal social" porque considero que pese a que muchas de las cualidades, matices y connotaciones que encierra el término en su uso descriptivo en el mundo real no encajan con el proceder en el mundo blogoesférico, sí en cambio responde a lo que considero es el factor esencial en toda relación que se precie de ser mentada como social, ya sea en un mundo real o virtual. Este factor no es otro que la intersubjetividad.

Por intersubjetividad entiendo la capacidad que tienen unos seres humanos para entablar relaciones con otros seres humanos con sentido, es decir, inteligiblemente. Y esto, a su vez, quiere decir: superando la traba ineludible de los intereses contrapuestos. Escuchar, entender lo ajeno o llegar a acuerdos o consensos son rasgos de la intersubjetividad.

Así que voy a cambiar de definición: el blogger es un animal intersubjetivo.

Bueno, llámese social, llámese intersubjetivo o no llámese animal en absoluto, los bloggers y el fenómeno de los blogs incita a la comunicación. La publicación de los contenidos abre un espacio para el diálogo, la reflexión y la crítica. La sentencia de un novato ante las líneas anteriores es: pues en mi blog no hay de eso. Esto entra en relación directa con las primeras líneas que he escrito. Paralelamente, suscita el siguiente interrogante: ¿Cómo puedo atraer más visitas a mi blog? Y correlativamente: ¿Cómo puedo hacer de mi blog un espacio más intersubjetivo (tenía que decirlo)?

Bien, la verdad es que no lo sé y por eso no voy a contestar a esas preguntas. Este post no va de eso y, además, bastante material hay en la red escrito por gente que sí cree saberlo, aún a pesar de que el PageRank de su web no alcance el 1 sobre 10. Efectivamente, voy a hablaros del PageRank.

El PageRank de google es una tecnología diseñada por Larry Page para establecer una relación de todos los enlaces entre todas las distintas webs del mundo. Básicamente es un algoritmo que define algo parecido a la popularidad de un sitio web en función de su interconexión (enlaces, comentarios...) con otros sitios webs. El PageRank define, por tanto, algo parecido a la popularidad de tu blog.

¿Cómo funciona? Asignando un valor numérico a tu sitio web en una escala de 0 a 10, dónde 0 es nula repercusión, esto es, nula interconexión con otros sitios webs, y 10 es la máxima. Los enlaces que tú tengas en tu web son, por así decirlo, "puntos" que envías a las distintas webs que tienes enlazadas. Si otras webs te enlazan, te envían puntos. A su vez, no todos los puntos valen lo mismo. Los que emiten las webs con mayor ranking, es decir, las que más enlazadas están a otras webs, valen más. Y viceversa. Aquí tenéis algunas de las webs con mayor ranking en PageRank.

¿Por qué debería interesarme todo esto? Porque el señor Google se fija en el ranking de tu web, en tu PageRank, a la hora de ordenar los resultados de una búsqueda. Si quieres que los contenidos de tu web aparezcan en los primeros lugares a la hora de la verdad, es decir, cuando un usuario efectúe una búsqueda, deberás preocuparte de tener un buen PageRank.

El PageRank de google lo podéis ver si tenéis instalada la barra de google en vuestro navegador. Si no la tenéis, instaladla. Y si pasáis de hacerlo, existe una web llamada Pagerankmania que os dirá la información del ranking de cualquier web.

Mi Page Rank:



¿Y el vuestro?

sábado, 10 de noviembre de 2007

La Dream Machine

Bryon Gynsin (1916-1986) fue un escritor, músico y pintor nacido en Londres. Es conocido por el redescubrimiento de la técnica artística del Cut-up o de recortes. Básicamente consiste en coger una obra de arte acabada, ya sea musical, literaria o gráfica, con una cierta estructura, y desordenarla para crear en base a sus elementos algo completamente diferente e innovador.

Esta técnica fue inventada por el artista dadaísta Tristan Tzara. Con ella, el artista francés pretendía romper la linealidad de la escritura común. Es célebre el suceso acontecido en una reunión de los surrealistas durante los años 20, en la cual, Tzara sacó palabras de un sombrero de modo aleatorio que dio como resultado un poema bastante innovador. Sin embargo, los surrealistas no se lo tomaron muy bien y tras la demostración se armó una trifulca tras la cual André Breton acabaría expulsando del movimiento a Tzara.

Si bien esta técnica no fue ampliamente aceptada, o dicho de otro modo, no tuvo un eco o una repercusión en el momento de su difusión, hoy en día encontramos innumerables ejemplos de su aplicación en distintas esferas artísticas. David Bowie ha creado muchas de las letras de sus canciones mediante esta técnica, al igual que Kurt Cobain con su música. Tom Yorke también la empleó durante la creación de Kid A de Radiohead y muchos Djs basan sus bases de vinilos en la composición mediante esta técnica.

Volviendo a Gynsin, descubrió esta técnica en un viaje a Marruecos, y la compartió años más tarde con Burroughs, durante su estancia en el Hotel Beat, sede de la incipiente, por aquel entonces, Generación Beat. En aquellos años Gynsin estimularía a Burroughs para la creación con sus ideas de novelas como Naked Lunch.

Ya en solitario, Gynsin siguió experimentando con todo este asunto del Cut-Up. Ideó los poemas permutados, que consisten en la repetición de una misma frase alterando en cada repetición el orden de las palabras. (Dicho sea de paso: cuando era pequeño solía jugar a eso, aunque reconozco que no me daba para construir un poema). Esta idea le hizo colaborar con el matemático Ian Sommerville. Muchas de aquellas permutaciones fueron creadas mediante secuencias al azar reproducidas por un programa de computación escrito por Sommerville. Un ejemplo de ello es el Poema de la pistola.

También fruto de esta colaboración es la "cosa" con motivo de la cual titulo esta entrada: la Dream Machine. Este invento fue creado con motivo de la lectura de ambos personajes del libro El Cerebro Viviente de William Grey Walter. Consiste, en su forma original, en un cilindro con aberturas a los lados. El cilindro es colocado en una plataforma giratoria que gira a 78 revoluciones por minuto o 45 revoluciones por minuto. Una bombilla es colocada en el interior del cilindro y la velocidad del dispositivo giratorio hace que la luz salga a través de las aberturas en una frecuencia constante entre 8 y 13 pulsos por segundo. Este rango de frecuencias corresponden con las ondas alfa, que son oscilaciones electromagnéticas que normalmente están presentes en el cerebro humano cuando se haya en estado de relajación. Lo que se consigue con ello es que mediante la visión estroboscópica del artefacto, se puede llegar a sufrir alucinaciones, visiones de formas simbólicas, etc. Vamos, que lo que consigues es un estado de sugestión similar al que alcanzarías si te estuvieras drogando.

Acabo de encontrar un vídeo en Youtube que reproduce los efectos de la Dream Machine. Las instrucciones de uso más importantes son:

- "Ver" el vídeo con los ojos cerrados.
- Apagar la luz del habitáculo en el que te encuentres. La única luz debe proceder del vídeo.
- No se recomienda la visión a gente que pueda padecer de ataques epilépticos.

(Las instrucciones completas las tienes clicando aquí.)

Y el vídeo es el siguiente. ¿Te atreves?



jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Qué navegador usas?



Vaya encuesta más idiota has hecho Ignatius, diréis. Pues no. Las apariencias engañan. No juzguéis tan rápido sino queréis ser juzgados de la misma manera.

Realmente me da igual qué navegador uséis. Me trae sin cuidado. La encuesta no va de hacer apología o crítica de uno u otro navegador. No trato de deciros lo sensatos o insensatos que sois, y en el segundo caso, haceros "entrar en razón". Eso se lo dejo para los responsables de marketing de las respectivas compañías que venden los productos. Yo no os voy a lavar el cerebro en forma de pedagogía barata. Básicamente porque no gano nada con ello.

Esta encuesta es un pequeño experimento que he ideado. Como todo experimento sociológico que quepa hacer con base en este blog, sus resultados son poco creíbles. A la vista del número de votos está. Pero bueno, eso también me da igual. Qué cojones. Sí, me hubiera gustado que votaran miles de personas, tal y como lo hacen en las absurdas encuestas de Marca u otros medios de comunicación. Sin embargo, eso no es posible. Durante el mes de octubre, según Google Analytics, la incubadora del mal ha recibido 888 visitas.

El experimento no intenta mostrar cuál es el navegador que más usa la gente que entra en el blog. Eso ya lo sé. Me lo dice el señor Google Analytics. Mirad:

(Clickad en la imagen)

Así que lo que pretendo con la encuesta no es hacer una muestra representativa de cuáles son los navegadores de los usuarios, de vosotros. Para ese viaje no necesito estas alforjas...

Lo que quería intentar mostrar con la encuesta es la predisposición, actitud o como queráis llamarlo de la gente que tiene cierto navegador y quiere hacer ver que tiene cierto navegador. Es como cuando te compras una camiseta de uno de tus grupos preferidos. La compras porque te gusta, pero también la compras porque quieres hacer ver qué es lo que te gusta. Pues esto es parecido.

¿Que para qué quiero saber esto? Normalmente la gente que usa explorer, creo, no le da mucho valor al navegador que usa. En cambio, la gente que usa Firefox, Safari, Opera u otro navegador minoritario sí suele dar importancia a este hecho, precisamente por ser navegadores minoritarios. Marca diferencia. Y tal y como yo pienso, esta diferencia encaja con la idea de hacer ver. Y efectivamente encaja, aunque no tal y como yo pensaba.

1 de cada 37 personas que usan Explorer han votado en la encuesta.
1 de cada 51 personas que usan Firefox han votado.
1 de cada 6 personas que usan Opera.
1 de cada 7 personas que usan Safari.

En ciertos sectores de la red se ha dado en los últimos meses una especie de boom o moda acerca de las bondades de Mozilla Firefox dentro de una estrategia pro software libre y claramente en contra de Microsoft y el software de pago. Los resultados respecto a Opera y Safari son esperables. Sin embargo, podría decirse que una de las conclusiones sorprendentes de esta encuesta es que la gente que usa Explorer da más valor a usar Explorer que a usar Firefox la gente que usa ese navegador. Parece que la estrategia mentada anteriormente ha dado un resultado a la vez lógico y contraintuitivo. Contraintuitivo porque, a la luz de los resultados de Google Analitycs, Firefox es minoritario respecto a Explorer. Lógico porque esa estrategia de acoso y derribo al software privado y de sublimación del software libre ha dado como fruto la percepción ficticia de que todo el mundo usa Firefox, y por tanto, de que no es necesario marcar difrencia, hacer ver. Curioso.

Todo este "estudio" presupone heurísticamente que la gente no miente. Pero coño, si habéis mirado los resultados de la encuesta y los habéis comparado con los de Google Analytics, habréis visto que algo no encaja. Hay dos votos que no corresponden con ningún navegador que de hecho haya usado alguien para entrar en este blog. Uno es el de Konqueror y el otro es el otro. Doblemente curioso. Pero maldita curiosidad que tira por la borda el presupuesto básico en el que se cimenta esta investigación: si la gente miente, esta encuesta carece de sentido. Maldita la gracia.

Ahora sí amigos, ahora sí podéis decir que vaya encuesta más idiota que has hecho Ignatius. También podéis llamarme idiota porque idiota es él que hace idioteces. Eso sí, ahora pero no antes. No os confundáis.

Por cierto, he recibido quejas acerca de la incongruencia de mostrar en este blog, a la vez, un cartel de Julles diciendo que se respete la ortografía y una encuesta cuyo título contiene una falta ortográfica. Lo siento, pero eso va más allá de mis posibilidades. La página en la que hago las encuestas (Pool4you) me castiga cada vez que pongo una tilde con algo como "qu?e", "fil?osofo" y cosas parecidas. Y entre "que" y "qu?e" me quedo con "que". Cuestión de estética.

Nada más. La encuesta de este mes versa sobre la peregrina cuestión: el mejor filósofo del siglo XX es... Espero que votéis. Si no tendré que inventarme alguna estúpida justificación en forma de teoría o experimento que posibilite no tachar de absurda esta sección (Encuestas). Bueno, y si lo es, ciertamente tampoco pasa nada. Así me entretengo. Es decir, así encuentro una manera psicológicamente ficticia de perder el tiempo sin que por ello tenga que preocuparme (breve nota sobre la génesis psicológica en el pensamiento de Heidegger y Agustín de Hipona: sólo cuando te aburres te das cuenta de que el tiempo es algo sobre lo que cabe reflexionar).

miércoles, 17 de octubre de 2007

El Quinteto de Cambridge



Ambientada durante una noche pasada por agua del verano de 1949 en una de las habitaciones del Christ's College, El Quinteto de Cambridge narra el debate intelectual de cinco pensadores de peso de la primera mitad del siglo XX acerca de la cuestión: ¿Es posible construir una máquina que pueda reproducir los procesos cognitivos humanos? El organizador de todo el entuerto es C.P. Snow, novelista, divulgador y asesor científico, que debe entregar un informe para el gobierno británico acerca de la viabilidad técnica y científica de la construcción de una máquina que sea capaz de pensar como un ser humano. Para ello, invita a una cena a cuatro personalidades de renombre del mundo de la ciencia y la filosofía: el genetista J.B.S. Haldane, el filósofo Ludwig Wittgenstein, el físico teórico Erwin Schrödinger y el matemático Alan Turing.

John L. Casti se sirve de esta premisa argumental para desarrollar una novela de aquello que él llama ficción científica. No es ni una obra ensayística de divulgación sobre la ciencia porque el marco argumental es ficticio, ni una obra de ciencia ficción porque el desarrollo de la historia no se ve constreñido por los clichés y convenciones del género. Básicamente es una síntesis de ambos tipos de literatura. A mi personalmente me ha recordado a los diálogos platónicos por enfoque y planteamiento, con la diferencia de que no hay un Sócrates que sea el amo de la barraca ni unos unos contertulios que se limiten a decir cosas como "así es", "naturalmente" o "no puede ser de otro modo" y que con ello caigan en las contradicciones y sin-sentidos más burdos respecto a las tesis que defienden. Porque, como he dicho, a la cena el señor Nieve invita a cuatro de las mentes más geniales del siglo XX y, claro está, el debate tiene que ser de altura.

La discusión la abre Alan Turing exponiendo cómo sería posible crear una máquina a la que cupiese llamar inteligente. De este modo, pasa a explicar los resultados en sus investigaciones lógico-matemáticas: el concepto de la máquina universal de Turing. Tras esto se abre un interesante debate acerca de las reglas que debe seguir un programa: Wittgenstein hace incapié en su idea de qué es seguir una regla, Schrödinger en la posibilidad de que sepamos que algo es verdadero pero no haya modo de demostrarlo (una implicación del teorema de Gödel) y el consiguiente problema de la parada, etc.

Una de las ideas que más juego da a John L. Casti desde el punto de vista narrativo es la de que mientras que sus personajes son históricos y, en consecuencia defienden tesis propias, también echan mano de tesis e ideas adelantadas al contexto de la época. Así, cuando Turing pasa a exponer su Test de Turing (juego de imitación), es decir, la idea conductista de que una máquina sería inteligente si en función de su conducta no podemos distinguirla de la de un humano, Wittgenstein objeta la idea con el experimento mental de la habitación jerogífica, simulación del argumento de la habitación china de John Searle. O cuando están enfrascados en las relaciones entre mente y lenguaje y Wittgenstein expone que pensar es pensar en un lenguaje, y que el lenguaje es una manifestación de una forma de vida en una sociedad y un tiempo histórico concreto y que, en consecuencia, el pensamiento y el lenguaje sólo cobran sentido en el contexto de unas reglas y prácticas concretas de vida, Turing alude a que debe haber un lenguaje del pensamiento común a todos los lenguajes concretos, algo así como una Gramática Universal, idea ésta del lingüista Noam Chomsky. Ejemplos como estos los hay a patadas: conexionismo y redes neuronales de Dennett, psicología cognitiva evolutiva de Piaget y otras muchas más que ahora mismo no alcanzo a recordar.

Como epílogo a la novela, y fuera ya de la trama, Casti hace un breve repaso histórico a la trayectoria como movimiento de la I.A. desde su creación allá en el congreso celebrado en Dartmouth en el verano de 1956 hasta nuestros días. De este modo, nos cuenta los progresivos rumbos de investigación: I.A. Abajo-Arriba (partir de la fisiología del cerebro para llegar a la computación), I.A. Arriba-Abajo (partir de la computación para llegar a la fisiología) y Conexionismo y redes neuronales. También pone ejemplos concretos como el de la victoria de Deep Blue II sobre Kasparov en ajedrez y los problemas de los traductores a la hora de dar cuenta de los vericuetos semánticos de las palabras. Finalmente sostiene la tesis de que todo aquello que los seres humanos hacemos bien, como reconocer modelos, inferencia inductiva y creatividad, las computadoras las hacen mal. Y viceversa. Con ello llega a la conclusión de que humanos y ordenadores poseen distintos tipos de inteligencia, y que, tras el momento actual, "máquinas y humanos se separarán como se separaron los humanos y los delfines hace muchos milenios". Cognitivamente, se entiende.

En definitiva, esta novela es una excelente merienda de ideas acerca de uno de los campos de la filosofía, la ciencia y la tecnología más interesantes y sugerentes de la actualidad. Precisamente porque esos tres campos del saber convergen en un punto en común. Resulta realmente apasionante el constante ir y venir de ideas que, como si de un torbellino se trataran, no dejan un instante de respiro al lector. Todo ello con un lenguaje no demasiado técnico y extraordinariamente preciso. Y en apenas poco más 200 páginas. Uno de los libros más edificantes que he leído en mucho tiempo. Absolutamente recomendable.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Jack y Meg White hablando sobre Nikola Tesla

Jim Jarmusch es un director de cine conocido en ciertos círculos independientes. No he visto toda su filmografía, pero algunas películas suyas son bastante interesantes, como Dead Man (obra maestra). Otras resultan bastante anodinas, como Ghost Dog. En 2003 hizo una peli llamada Coffee and Cigarretes, que era algo así como una compilación de conversaciones, sin hilo argumental entre ellas, en las que el nexo común es la presencia de café y cigarros. En la peli aparecen personajes tan dispares como Iggy Pop, Tom Waits, Cate Blanchet, Bill Murray o The White Stripes. Precisamente el vídeo que os pongo es acerca de la conversación en la que aparecen estos últimos, para mi, la mejor de toda la peli.



jueves, 30 de agosto de 2007

El Macintosh 128k y 1984

El Macintosh 128k fue el primer ordenador personal tal y como lo entendemos en la actualidad. Esta computadora de Apple contaba como principal característica con una interfaz gráfica de usuario, esto es, con un conjunto de gráficos, imágenes e iconos que representaban la información al modo y manera en que los sistemas operativos actuales lo hacen. Además incorporó el, más tarde generalizado, uso del ratón para moverse e interactuar con la interfaz. Estos avances dejaron a la interfaz de línea de comandos como algo obsoleto desde el punto de vista de la utilidad y simplicidad que la nueva concepción ofrecía al usuario de a pie. Con ello Apple se sitúo a la vanguardia de la informática de uso doméstico y se erigió como un referente para los competidores.

Este ordenador, que se puso a la venta en 1984, contó con un Spot publicitario que sería una sutil metáfora a "la Orwell" de la revolución que supondría el producto. Dirijido por Ridley Scott, experto en lides cinematográficas futurístico-sombrías tras la realización de la soberbia Blade Runner, fue emitido durante el intermedio de la Super Bowl. Lo que el anuncio pretende transmitirnos es básicamente que el nuevo computador de Apple vendría a liberarnos de la tiranía del gran hermano, entendido éste como la anterior forma de entender la informática bajo el molde de la interfaz de línea de comandos.