Más allá de la cuestión del bipartidismo, del escaso margen para la improvisación debido a la meticulosa planificación del entuerto y al hecho, palmario, de que en este país no hay cultura de la confrontación de ideas, creo que a todos los que vieron el primer debate entre Zapatero y Rajoy, y que tengan un poco de sentido crítico, les pareció todo una patochada. Fue más una exposición de errores del pasado que una confrontación de propuestas para el futuro. Pareció más un "debate" sobre el estado de la nación en los últimos 15 años que un debate acerca del futuro en el próximo cuatrienio. Y fue más una sucesión de ataques y contraataques a la línea de flotación enemiga que un debate guiado por la senda de los argumentos razonados. Las salidas de tema fueron la norma y la demagogia le ganó la partida a las demostraciones y a las refutaciones. En definitiva: no hubo espíritu democrático.
Uno de los males de la democracia representativa en la que vivimos es el sistema de financiación de los partidos políticos. Este tema da para hablar largo y tendido, pero lo que me interesa ahora es apuntar a que este sistema propicia la nefasta consecuencia de que vivamos en un modelo democrático en el que sin afiliados, los partidos políticos no subsisten. Esto trae como efecto el hecho de que una gran masa del electorado sea de ideas fijas o, expresado de un modo más certero, el hecho de que una gran masa del electorado, por su propia afiliación a este o aquel partido político, no sea capaz de pensar por sí misma. No ser capaz de contradecir a tu representante. Apoyar a éste en sus propuestas hasta las últimas consecuencias.
El debate del lunes no fue un debate. En realidad fue un doble mitin, con reparto de tiempo equitativo, pero una proclama ante los fieles de PP y PSOE al fin y al cabo. De este modo, Rajoy y Zapatero sólo consiguieron "convencer" a los ya convencidos.
En democracia, y más en democracia representativa, se debe exigir a nuestros representantes que sean capaces de persuadir por medio de argumentos. La democracia no debe ser un simple sistema legislativo y el espíritu democrático no debe reducirse a un votar cada cuatro años. En democracia debe haber persuasión y, ésta, no debe llevarse a cabo por medio de cualquier medio, sino sólo por el cauce de la discusión. Y discusión significa ofrecer argumentos y contraargumentos, buscar inconsistencias en las posturas del otro contendiente y reconocer los errores allí donde los haya.
Bien, todo esto el lunes no lo hubo y, con ello, los dos partidos más importantes del estado perdieron una oportunidad magnífica para convencer al electorado indeciso. Pero lo más grave no es eso, o si se quiere, lo más grave es el otro perfil de la moneda: el hecho de que el porcentaje (escaso, pero ciertamente autónomo) de la ciudadanía que se mantiene indecisa no tenga, a día de hoy, elementos de juicio para emitir su voto. O lo que es lo mismo: no es que los dos principales partidos políticos en liza no consiguieran colmar sus expectativas, es que con ello producen un tremendo daño en la sociedad (autónoma) y, en consecuencia, al espíritu democrático.
Hoy retransmiten en la 1 a las 22:00 un debate que pomposamente se ha titulado Siete Líderes. En él veremos a un representante de los principales partidos políticos del país: PSOE, PP, IU, PNV, CiU, ERC y Coalición Canaria. Con esto al menos se soluciona, en parte, el hiriente asunto del bipartidismo. Lo demás no sé. Y el lunes que viene, la secuela del cara a cara. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Esperemos equivocarnos y que tanto Zapatero como Rajoy rectifiquen en sus planteamientos. Soñar es gratis.
Uno de los males de la democracia representativa en la que vivimos es el sistema de financiación de los partidos políticos. Este tema da para hablar largo y tendido, pero lo que me interesa ahora es apuntar a que este sistema propicia la nefasta consecuencia de que vivamos en un modelo democrático en el que sin afiliados, los partidos políticos no subsisten. Esto trae como efecto el hecho de que una gran masa del electorado sea de ideas fijas o, expresado de un modo más certero, el hecho de que una gran masa del electorado, por su propia afiliación a este o aquel partido político, no sea capaz de pensar por sí misma. No ser capaz de contradecir a tu representante. Apoyar a éste en sus propuestas hasta las últimas consecuencias.
El debate del lunes no fue un debate. En realidad fue un doble mitin, con reparto de tiempo equitativo, pero una proclama ante los fieles de PP y PSOE al fin y al cabo. De este modo, Rajoy y Zapatero sólo consiguieron "convencer" a los ya convencidos.
En democracia, y más en democracia representativa, se debe exigir a nuestros representantes que sean capaces de persuadir por medio de argumentos. La democracia no debe ser un simple sistema legislativo y el espíritu democrático no debe reducirse a un votar cada cuatro años. En democracia debe haber persuasión y, ésta, no debe llevarse a cabo por medio de cualquier medio, sino sólo por el cauce de la discusión. Y discusión significa ofrecer argumentos y contraargumentos, buscar inconsistencias en las posturas del otro contendiente y reconocer los errores allí donde los haya.
Bien, todo esto el lunes no lo hubo y, con ello, los dos partidos más importantes del estado perdieron una oportunidad magnífica para convencer al electorado indeciso. Pero lo más grave no es eso, o si se quiere, lo más grave es el otro perfil de la moneda: el hecho de que el porcentaje (escaso, pero ciertamente autónomo) de la ciudadanía que se mantiene indecisa no tenga, a día de hoy, elementos de juicio para emitir su voto. O lo que es lo mismo: no es que los dos principales partidos políticos en liza no consiguieran colmar sus expectativas, es que con ello producen un tremendo daño en la sociedad (autónoma) y, en consecuencia, al espíritu democrático.
Hoy retransmiten en la 1 a las 22:00 un debate que pomposamente se ha titulado Siete Líderes. En él veremos a un representante de los principales partidos políticos del país: PSOE, PP, IU, PNV, CiU, ERC y Coalición Canaria. Con esto al menos se soluciona, en parte, el hiriente asunto del bipartidismo. Lo demás no sé. Y el lunes que viene, la secuela del cara a cara. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Esperemos equivocarnos y que tanto Zapatero como Rajoy rectifiquen en sus planteamientos. Soñar es gratis.
3 comentarios:
¡ Buen post! Espero uno parecido sobre los días que quedan hasta las elecciones, inclusive. ¿Caerá esa breva?
Saludos Ignatius!!
Ya veremos
Suscribo cada una de las palabras.
En cualquier emisión de los programas 59 segundos o Políticamente incorrecto (al menos antes, hace tiempo que no los veo) tenía muchísimo más contenido de debate que EL DEBATE (manda cojones). Argumentos razonados, representantes de más sensibilidades...
Mantengo que el debate lo llevó a cabo José Luis Moreno, el ventrílocuo, con una marioneta de ZP y otra de Rajoy. ¿Realmente hablaban ellos? ¿Creen los representantes en lo que hacen?
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