Reconozco que soy el primero al que los ojos se le ponen como espejos cuando ve un videojuego con gráficos bonitos. Sí, me mola que los programadores y diseñadores de videojuegos se lo curren a la hora de vendernos un producto que nos entre por la vista. Pero de ahí a gastarme una pasta gansa por una tarjeta gráfica hay un abismo.
No entiendo toda esa gente que se deja los cuartos por un chip último modelo de las grandes corporaciones. Sí, ahora es una bestia y podrás devorar todos esos nuevos juegos que tan buena pinta tienen a la máxima calidad, pero dentro de unos meses tan solo tendrás un gatito viejo que se moverá lento y titubeante a nada que lo pruebes con los Dooms, Far Crys o Stalkers de turno. Esos consumidores, como si de aves rapaces se trataran, están dispuestos a adquirir esas (e)Nvidias y esas ATIs a cualquier precio, siendo con ello presas de las estrategias de mercado de las grandes corporaciones. El cazador, cazado.
En cierto sentido, no deja de ser irónica esta situación. Pero bien pensada no es más que la punta del iceberg de un problema mucho más profundo que abarca en su globalidad al sector de los videojuegos, y que no es otro que el de la ausencia de ideas frescas.
Semana tras semana, mes tras mes y año tras año nos encontramos en los juegos que se van publicando con repeticiones de esquemas, tramas y argumentos que no obedecen sino a una más que palpable ausencia de ideas nuevas en la industria. Todas las secuelas de las famosas sagas y la profusión de juegos medidos por el rasero de una mecánica jugable repetida hasta la saciedad, intentan tapar del hecho de que uno piense: "a este juego ya he jugado".
Con ello, las compañías y creadoras de software lúdico ven que el mejor pilar para sustentar su negocio es el de la implementación de nuevos motores gráficos para sus publicaciones. De este modo, lanzan el anzuelo para que a los que como yo, que nos entran los juegos por los ojos, lo mordamos. Bueno, como yo exactamente no. Con menos prejuicios en los bolsillos más bien.
Y es que así es el círculo del mercado de los videojuegos. Corporaciones de hardware y software se retroalimentan a base de vender sus productos al consumidor insaciable. Así es el mercado. Un fin y un medio en sí mismo.
Por estas razones, es de agredecer la existencia de juegos totalmente independientes como Decontrologic. Un juego desarrollado por gente que se ha gastado en hacerlo cuatro duros y para gente que no está dispuesta a gastarse en hardware más de cuatro duros tiene mi total aprobación. Un juego que no es un portento en cuanto a argumento, de hecho es bastante absurdo a la par que cómico en su desenlace, y que no gasta más de 10 minutos de mi tiempo merece que sea jugado por mí. Y por ti.
No entiendo toda esa gente que se deja los cuartos por un chip último modelo de las grandes corporaciones. Sí, ahora es una bestia y podrás devorar todos esos nuevos juegos que tan buena pinta tienen a la máxima calidad, pero dentro de unos meses tan solo tendrás un gatito viejo que se moverá lento y titubeante a nada que lo pruebes con los Dooms, Far Crys o Stalkers de turno. Esos consumidores, como si de aves rapaces se trataran, están dispuestos a adquirir esas (e)Nvidias y esas ATIs a cualquier precio, siendo con ello presas de las estrategias de mercado de las grandes corporaciones. El cazador, cazado.
En cierto sentido, no deja de ser irónica esta situación. Pero bien pensada no es más que la punta del iceberg de un problema mucho más profundo que abarca en su globalidad al sector de los videojuegos, y que no es otro que el de la ausencia de ideas frescas.
Semana tras semana, mes tras mes y año tras año nos encontramos en los juegos que se van publicando con repeticiones de esquemas, tramas y argumentos que no obedecen sino a una más que palpable ausencia de ideas nuevas en la industria. Todas las secuelas de las famosas sagas y la profusión de juegos medidos por el rasero de una mecánica jugable repetida hasta la saciedad, intentan tapar del hecho de que uno piense: "a este juego ya he jugado".
Con ello, las compañías y creadoras de software lúdico ven que el mejor pilar para sustentar su negocio es el de la implementación de nuevos motores gráficos para sus publicaciones. De este modo, lanzan el anzuelo para que a los que como yo, que nos entran los juegos por los ojos, lo mordamos. Bueno, como yo exactamente no. Con menos prejuicios en los bolsillos más bien.
Y es que así es el círculo del mercado de los videojuegos. Corporaciones de hardware y software se retroalimentan a base de vender sus productos al consumidor insaciable. Así es el mercado. Un fin y un medio en sí mismo.
Por estas razones, es de agredecer la existencia de juegos totalmente independientes como Decontrologic. Un juego desarrollado por gente que se ha gastado en hacerlo cuatro duros y para gente que no está dispuesta a gastarse en hardware más de cuatro duros tiene mi total aprobación. Un juego que no es un portento en cuanto a argumento, de hecho es bastante absurdo a la par que cómico en su desenlace, y que no gasta más de 10 minutos de mi tiempo merece que sea jugado por mí. Y por ti.
2 comentarios:
Este problema no es exclusivo del mundo de los videojuegos, en otras ramas artísticas dirigidas a crear grandes beneficios se puede percibir esa falta de ideas y aumento de la calidad de los envoltorios, copias de copias cada vez más caras y bonitas.
Lamentablemente vivimos en una época en la que la forma y el fondo están reñidos. ¿Acaso no son igual de importantes?
Ciertamente lo son. El problema es que algunos se comen el caramelo porque les gusta el envoltorio... y sencillamente los otros se aprovechan de ello.
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