El 9 de julio de 2006 se celebró la final del mundial de fútbol organizado por Alemania. En ella se vieron las caras Italia y Francia, dos selecciones que no entraban a priori como favoritas en los pronósticos, pero que al final se revelaron como las más efectivas.
El partido fue intenso. Francia se puso por delante con un gol desde el punto de penalty marcado por Zidane, no sin ciertas dosis de suspense. El partido parecía encarrilado para los franceses, que con una defensa férrea atrás, aguantaban los envistes del equipo transalpino. Pero la alegría no les duraría demasiado a los galos, pues sólo diez minutos después del gol de Zidane, Pirlo botaba un córner desde el lado derecho del ataque italiano que Materazzi conseguía rematar entre los tres palos, superando a Vieira en el salto y a Barthez en el remate.
La igualada en el marcador espoleó nuevamente a los franceses, que volvieron a buscar con ahínco el gol. De ahí hasta el final de los minutos reglamentarios fue un constante monólogo del conjunto francés que, liderados por Henry, Ribery y Zidane, no dieron un respiro al guardameta Gianluigi Buffon, que tuvo intervenciones de verdadero mérito. Sin embargo, el marcador no se movió al término de los 90 minutos.
La prórroga comenzó con la misma dinámica: una Francia volcada al ataque no conseguía perforar la portería rival. Mientras, los italianos buscaban una contra letal. En éstas, alrededor del minuto 110 de partido, el trencilla Horacio Elizondo detenía el partido. Algo había sucedido. A instancias del cuarto arbitro, el español Medina Cantalejo, decidiría expulsar a Zidane por una agresión a Materazzi. El destino o el azar le había jugado una mala pasada al francés, quien el día de su retirada anunciada, habría perdido los nervios ante las increpaciones del defensa italiano.
El resto es historia: los franceses perdieon empuje con la expulsión de Zidane y se acabaría llegando a la tanda de penaltis. En ella, los italianos no fallaron, mientras que el encargado de lanzar la segunda pena máxima para el conjunto francés, David Trezeguet, acabaría mandando el balón al travesaño. La suerte estaba echada. Italia había conseguido su cuarto entorchado mundial. Durante los días siguientes, en Italia se festejaría por todo lo alto el triunfo, como si de una victoria militar se tratase. En Francia, en cambio, se lloraba el amargo desenlace de la contienda y el fatal adiós por la puerta de atrás de su ídolo.
Qué se dijeron Materazzi y Zidane y el por qué, había sido un absoluto misterio. Hasta hoy. Materazzi, en una entrevista concedida a la revista italiana 'TV Sorrisi e Canzoni', revela los entresijos de la polémica. Ésta es su versión:
"Agarré la camiseta de Zidane durante algunos segundos y él se volvió hacia mí, me habló burlándose, me miró con arrogancia de arriba abajo y me preguntó si quería su camiseta y le respondí con un insulto: prefiero la de la puta de hermana".
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
El partido fue intenso. Francia se puso por delante con un gol desde el punto de penalty marcado por Zidane, no sin ciertas dosis de suspense. El partido parecía encarrilado para los franceses, que con una defensa férrea atrás, aguantaban los envistes del equipo transalpino. Pero la alegría no les duraría demasiado a los galos, pues sólo diez minutos después del gol de Zidane, Pirlo botaba un córner desde el lado derecho del ataque italiano que Materazzi conseguía rematar entre los tres palos, superando a Vieira en el salto y a Barthez en el remate.
La igualada en el marcador espoleó nuevamente a los franceses, que volvieron a buscar con ahínco el gol. De ahí hasta el final de los minutos reglamentarios fue un constante monólogo del conjunto francés que, liderados por Henry, Ribery y Zidane, no dieron un respiro al guardameta Gianluigi Buffon, que tuvo intervenciones de verdadero mérito. Sin embargo, el marcador no se movió al término de los 90 minutos.
La prórroga comenzó con la misma dinámica: una Francia volcada al ataque no conseguía perforar la portería rival. Mientras, los italianos buscaban una contra letal. En éstas, alrededor del minuto 110 de partido, el trencilla Horacio Elizondo detenía el partido. Algo había sucedido. A instancias del cuarto arbitro, el español Medina Cantalejo, decidiría expulsar a Zidane por una agresión a Materazzi. El destino o el azar le había jugado una mala pasada al francés, quien el día de su retirada anunciada, habría perdido los nervios ante las increpaciones del defensa italiano.
El resto es historia: los franceses perdieon empuje con la expulsión de Zidane y se acabaría llegando a la tanda de penaltis. En ella, los italianos no fallaron, mientras que el encargado de lanzar la segunda pena máxima para el conjunto francés, David Trezeguet, acabaría mandando el balón al travesaño. La suerte estaba echada. Italia había conseguido su cuarto entorchado mundial. Durante los días siguientes, en Italia se festejaría por todo lo alto el triunfo, como si de una victoria militar se tratase. En Francia, en cambio, se lloraba el amargo desenlace de la contienda y el fatal adiós por la puerta de atrás de su ídolo.
Qué se dijeron Materazzi y Zidane y el por qué, había sido un absoluto misterio. Hasta hoy. Materazzi, en una entrevista concedida a la revista italiana 'TV Sorrisi e Canzoni', revela los entresijos de la polémica. Ésta es su versión:
"Agarré la camiseta de Zidane durante algunos segundos y él se volvió hacia mí, me habló burlándose, me miró con arrogancia de arriba abajo y me preguntó si quería su camiseta y le respondí con un insulto: prefiero la de la puta de hermana".
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
1 comentario:
La violencia verbal también debería estar sancionada
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