Este Post está dividido en dos partes. Cada una de ellas se ensambla con la otra de la misma manera que las palabras que dan título a esta entrada encajan entre sí como un todo uniforme. Así las cosas, esta entrada no es sino el agregado de dos entradas distintas. Y el nexo, como es norma en este blog, con un vídeo final.
Si conocéis la filmografía de Darren Aronofsky y la discografía de In Flames, no necesitaréis más aclaraciones previas. En caso contrario, deciros que en esta entrada hablaré a grosso modo de la opera prima del director neoyorkino y de una de las mejores canciones de la banda sueca en lo que llevamos de siglo XXI. Empezaré por esta última siguiendo el orden de las palabras del título de esta entrada.
Parece mentira, pero la discografía de In Flames empieza a ser de una extensión ciertamente mareante. Parece que fue ayer cuando los suecos comenzaron su andanada en esto de la música. Pero ya han pasado 13 años, en los cuales han grabado 8 discos de estudio y 2 albumes en vivo. La intensidad en el ritmo de trabajo de los nórdicos es una de las notas predominantes que caracterizan el amplio espectro de su trayectoria. Pero esa intensidad y constancia en las labores creativas tuvo como fruto la producción de una obra tan desigual y poco afortunada en 2004 como es Soundtrack To Your Escape, en la que su sonido clásico se veía embadurnado de resonancias industriales pseudo-futuristas y post-new metaleras, dando como resultado un album frío y carente en buena medida del sentimiento y la emoción más tipicamente épica característica de su sonido. En definitiva, un paso atrás en su evolución, que sería más tarde subsanado con su último disco hasta el momento, de título Come Clarity.
En cualquier caso, los In Flames del siglo XXI se nos presentan como una formación cuya deriva estilística puede ser entendida como algo no necesariamente negativo. A fin de cuentas, no es muy honesto grabar una y otra vez el mismo disco y, al contrario que muchas otras bandas, eso es algo que no puede ser imputable de ninguna manera a los suecos. De modo que si bien el riesgo inherente al compromiso autoimpuesto por evitar el autoplagio llegó a generar una obra tan desechable como es la Soundtrack, paralelamente ha dado como frutos la creación de una canción tan colosal como es Minus.
De su obra Reroute To Remain de 2002, aparentemente Minus se inscribe dentro del ingente repertorio de canciones, por así decirlo, "olvidadas" de los suecos. En efecto, ni su ubicación en aquel disco le otorga un foco central ni su nula implementación en las presentaciones en vivo de los suecos (hasta donde yo sé) le confiere el protagonismo que debiera tener en éstas, y por extensión, en toda su discografía.
Minus es una canción potente y rabiosa, impregnada de un sonido industrial y sucio (germen de lo que sería el enfoque elegido en Soundtrack To Your Escape), pero que no niega las raíces del grupo en forma de melodías épicas y demostraciones de virtuosismo guitarrístico. Además, el uso de voces limpias en momentos puntuales, lejos de ser la tónica redundante en sus últimas obras, le confiere un alto grado de componente emocional a la canción, máxime teniendo en cuenta los abruptos cambios de ritmo en los que se hallan insertas esas partes.
Minus es un perfecto ejemplo de cómo la evolución no tiene por qué estar reñida con la tradición y, es por ello, que se trata de una de las mejores muestras de lo que son In Flames en el siglo XXI.
Uno de los directores más innovadores del cine independiente americano más reciente es Darren Aronofsky. Sus películas se inscriben dentro de un eclecticismo dificilmente encasillable. Más aún, todo intento de clasificación puede caer en la eludible tara de un desvirtuamiento palmario de su propuesta fílmica. Obras como Pi: Fe en el Caos, Requiem por un Sueño o La Fuente de la Vida (hasta el momento) nos presentan un panorama nada desdeñable de las inquietudes que le rondan por la cabeza al director neoyorkino. Así, temas como la muerte, la locura, la drogadicción, las relaciones de pareja, los límites de la razón matemática, el sentimiento religioso, las mentiras del sueño americano o la supuesta racionalidad del mundo son algunos de los temas que este director ha afrontado sin pudor alguno en sus películas. Hablar de Darren Aronofsky es hablar, por tanto, de un director sin complejos, al menos, en lo referente a la temática de su cine.
Pi: Fe en el Caos narra la historia de un matemático obsesionado con obtener la secuencia completa del número Pi. En el transcurso de sus investigaciones y, a medida que se acerca a conseguir su objetivo, empieza a tener alucinaciones, y a tener problemas de percepción de la realidad.
Sin destripar en demasía el argumento y la trama del film, la película nos describe la inercia en la que se ve inmerso el personaje protagonista, que no es otra sino una espiral descendente que conduce ineludiblemente al profundo abismo de la locura, paradójicamente, de modo similar a cómo en la naturaleza se reproducen los patrones y esquemas básicos, por poner un ejemplo, del número aúreo. De este modo el protagonista se nos muestra como un individuo perdido dentro de la sociedad, la cual en principio es ajena a sus investigaciones. Es decir, no sólo es que la sociedad no le comprenda, sino que el no llega a comprender a la sociedad. Y en este problema no hay solución de continuidad.
Todo esto llega crear una atmósfera en el film de profundo desasosiego. Sensación, ésta, que se ve fuertemente reforzada por las técnicas fílmicas de las que Aronofsky echa mano para lograr su cometido, tales como el uso de la cámara al hombro, una fotografía sucia en blanco y negro, un montaje rápido y, en general, el uso escaso y esporádico de diálogos.
Todo ello conforma una experiencia fílmica insoslayable para todo aquel que se precie de ser mentado cinéfilo e, incluso, simplemente para aquel a quien ciertas obras cinematográficas le causen la sensación de que, a pesar de que la avalancha de basura a la que somos sometidos cada semana en las carteleras de todas las ciudades provoque un pesimismo acerca de la comprensión del fenómeno cinematográfico como expresión artística, aún puede haber un pequeño reducto para que el cine, o al menos cierta clase de cine, quepa ser denominado como arte. Pi: fe en el Caos es todo esto. Y bueno, es mucho más.
El siguiente vídeo es un montaje que ha sido realizado por el usuario de Youtube Pops999. En él se nos presenta a modo de videoclip la canción Minus con motivo de la selección de diversas escenas de Pi, o paralelamente, una selección de algunas escenas de Pi con motivo de la canción Minus de In Flames, que, para el caso, Nocilla. Que lo disfrutéis.
Si conocéis la filmografía de Darren Aronofsky y la discografía de In Flames, no necesitaréis más aclaraciones previas. En caso contrario, deciros que en esta entrada hablaré a grosso modo de la opera prima del director neoyorkino y de una de las mejores canciones de la banda sueca en lo que llevamos de siglo XXI. Empezaré por esta última siguiendo el orden de las palabras del título de esta entrada.
Parece mentira, pero la discografía de In Flames empieza a ser de una extensión ciertamente mareante. Parece que fue ayer cuando los suecos comenzaron su andanada en esto de la música. Pero ya han pasado 13 años, en los cuales han grabado 8 discos de estudio y 2 albumes en vivo. La intensidad en el ritmo de trabajo de los nórdicos es una de las notas predominantes que caracterizan el amplio espectro de su trayectoria. Pero esa intensidad y constancia en las labores creativas tuvo como fruto la producción de una obra tan desigual y poco afortunada en 2004 como es Soundtrack To Your Escape, en la que su sonido clásico se veía embadurnado de resonancias industriales pseudo-futuristas y post-new metaleras, dando como resultado un album frío y carente en buena medida del sentimiento y la emoción más tipicamente épica característica de su sonido. En definitiva, un paso atrás en su evolución, que sería más tarde subsanado con su último disco hasta el momento, de título Come Clarity.
En cualquier caso, los In Flames del siglo XXI se nos presentan como una formación cuya deriva estilística puede ser entendida como algo no necesariamente negativo. A fin de cuentas, no es muy honesto grabar una y otra vez el mismo disco y, al contrario que muchas otras bandas, eso es algo que no puede ser imputable de ninguna manera a los suecos. De modo que si bien el riesgo inherente al compromiso autoimpuesto por evitar el autoplagio llegó a generar una obra tan desechable como es la Soundtrack, paralelamente ha dado como frutos la creación de una canción tan colosal como es Minus.
De su obra Reroute To Remain de 2002, aparentemente Minus se inscribe dentro del ingente repertorio de canciones, por así decirlo, "olvidadas" de los suecos. En efecto, ni su ubicación en aquel disco le otorga un foco central ni su nula implementación en las presentaciones en vivo de los suecos (hasta donde yo sé) le confiere el protagonismo que debiera tener en éstas, y por extensión, en toda su discografía.
Minus es una canción potente y rabiosa, impregnada de un sonido industrial y sucio (germen de lo que sería el enfoque elegido en Soundtrack To Your Escape), pero que no niega las raíces del grupo en forma de melodías épicas y demostraciones de virtuosismo guitarrístico. Además, el uso de voces limpias en momentos puntuales, lejos de ser la tónica redundante en sus últimas obras, le confiere un alto grado de componente emocional a la canción, máxime teniendo en cuenta los abruptos cambios de ritmo en los que se hallan insertas esas partes.
Minus es un perfecto ejemplo de cómo la evolución no tiene por qué estar reñida con la tradición y, es por ello, que se trata de una de las mejores muestras de lo que son In Flames en el siglo XXI.
Uno de los directores más innovadores del cine independiente americano más reciente es Darren Aronofsky. Sus películas se inscriben dentro de un eclecticismo dificilmente encasillable. Más aún, todo intento de clasificación puede caer en la eludible tara de un desvirtuamiento palmario de su propuesta fílmica. Obras como Pi: Fe en el Caos, Requiem por un Sueño o La Fuente de la Vida (hasta el momento) nos presentan un panorama nada desdeñable de las inquietudes que le rondan por la cabeza al director neoyorkino. Así, temas como la muerte, la locura, la drogadicción, las relaciones de pareja, los límites de la razón matemática, el sentimiento religioso, las mentiras del sueño americano o la supuesta racionalidad del mundo son algunos de los temas que este director ha afrontado sin pudor alguno en sus películas. Hablar de Darren Aronofsky es hablar, por tanto, de un director sin complejos, al menos, en lo referente a la temática de su cine.
Pi: Fe en el Caos narra la historia de un matemático obsesionado con obtener la secuencia completa del número Pi. En el transcurso de sus investigaciones y, a medida que se acerca a conseguir su objetivo, empieza a tener alucinaciones, y a tener problemas de percepción de la realidad.
Sin destripar en demasía el argumento y la trama del film, la película nos describe la inercia en la que se ve inmerso el personaje protagonista, que no es otra sino una espiral descendente que conduce ineludiblemente al profundo abismo de la locura, paradójicamente, de modo similar a cómo en la naturaleza se reproducen los patrones y esquemas básicos, por poner un ejemplo, del número aúreo. De este modo el protagonista se nos muestra como un individuo perdido dentro de la sociedad, la cual en principio es ajena a sus investigaciones. Es decir, no sólo es que la sociedad no le comprenda, sino que el no llega a comprender a la sociedad. Y en este problema no hay solución de continuidad.
Todo esto llega crear una atmósfera en el film de profundo desasosiego. Sensación, ésta, que se ve fuertemente reforzada por las técnicas fílmicas de las que Aronofsky echa mano para lograr su cometido, tales como el uso de la cámara al hombro, una fotografía sucia en blanco y negro, un montaje rápido y, en general, el uso escaso y esporádico de diálogos.
Todo ello conforma una experiencia fílmica insoslayable para todo aquel que se precie de ser mentado cinéfilo e, incluso, simplemente para aquel a quien ciertas obras cinematográficas le causen la sensación de que, a pesar de que la avalancha de basura a la que somos sometidos cada semana en las carteleras de todas las ciudades provoque un pesimismo acerca de la comprensión del fenómeno cinematográfico como expresión artística, aún puede haber un pequeño reducto para que el cine, o al menos cierta clase de cine, quepa ser denominado como arte. Pi: fe en el Caos es todo esto. Y bueno, es mucho más.
El siguiente vídeo es un montaje que ha sido realizado por el usuario de Youtube Pops999. En él se nos presenta a modo de videoclip la canción Minus con motivo de la selección de diversas escenas de Pi, o paralelamente, una selección de algunas escenas de Pi con motivo de la canción Minus de In Flames, que, para el caso, Nocilla. Que lo disfrutéis.
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