El siguiente vídeo está extraido del documental Brain Story: Why do we think and feel as we do? narrado por Susan Greenfield. No contiene ningún tipo de montaje adicional. No tiene photoshop ni argucias similiares. No hay trampa ni cartón.
Bueno, algo de trampa y algo de cartón sí que tiene, pero no reside en el tratamiento de post-producción de las imágenes. En la secuencia las niñas parecen cambiar de tamaño según el lado de la habitación en el que se encuentren. Así, si están a la izquierda se ven más pequeñas, y si están a la derecha más grandes. Pero las gemelas son siempre las mismas. ¿Qué sucede? Que hay una ilusión óptica.
El truco consiste en la forma de la habitación, que la perspectiva que percibimos no es la que parece. En realidad, la forma de la habitación está profundamente deformada, siendo la parte de la izquierda mucho más grande que la de la derecha. Los muebles que contiene son más grandes en esa zona que en la de la derecha e, incluso, contiene una pequeña rampa. Todo parece recto, pero en realidad no lo es. Ahí también entra en juego la pericia del operador de cámara.
Lo que nos viene a contar la narradora es que la percepción de nuestros sentidos muchas veces nos engaña. Que muchas veces vemos algo, y como parece que encaja con nuestros esquemas previos acerca de lo qué es o debería ser, pues lo asimilamos como si nada. Y la moraleja consiste en que es tan importante lo que vemos como lo que nuestro cerebro quiere ver.
Esta construcción se llama habitación de Ames (clicando aquí puedes ver el plano). Fue creada por el oftalmólogo Adelbert Ames en 1946 a partir de un concepto del físico Hermann von Helmhotz.
Una aplicación de esta perspectiva fue usada en El señor de los Anillos y en Charlie y la Fábrica de Chocolate (la de 1971). La primera, sobre todo, es un buen ejemplo de cómo los efectos especiales sólo deberían ser el último paso a efectuar a la hora de conseguir plasmar la representación de una idea.
Bueno, algo de trampa y algo de cartón sí que tiene, pero no reside en el tratamiento de post-producción de las imágenes. En la secuencia las niñas parecen cambiar de tamaño según el lado de la habitación en el que se encuentren. Así, si están a la izquierda se ven más pequeñas, y si están a la derecha más grandes. Pero las gemelas son siempre las mismas. ¿Qué sucede? Que hay una ilusión óptica.
El truco consiste en la forma de la habitación, que la perspectiva que percibimos no es la que parece. En realidad, la forma de la habitación está profundamente deformada, siendo la parte de la izquierda mucho más grande que la de la derecha. Los muebles que contiene son más grandes en esa zona que en la de la derecha e, incluso, contiene una pequeña rampa. Todo parece recto, pero en realidad no lo es. Ahí también entra en juego la pericia del operador de cámara.
Lo que nos viene a contar la narradora es que la percepción de nuestros sentidos muchas veces nos engaña. Que muchas veces vemos algo, y como parece que encaja con nuestros esquemas previos acerca de lo qué es o debería ser, pues lo asimilamos como si nada. Y la moraleja consiste en que es tan importante lo que vemos como lo que nuestro cerebro quiere ver.
Esta construcción se llama habitación de Ames (clicando aquí puedes ver el plano). Fue creada por el oftalmólogo Adelbert Ames en 1946 a partir de un concepto del físico Hermann von Helmhotz.
Una aplicación de esta perspectiva fue usada en El señor de los Anillos y en Charlie y la Fábrica de Chocolate (la de 1971). La primera, sobre todo, es un buen ejemplo de cómo los efectos especiales sólo deberían ser el último paso a efectuar a la hora de conseguir plasmar la representación de una idea.
3 comentarios:
Los físicos se aburren tanto como los filósofos.
Por no hablar de los filósofos de la física.
Una nota apropiada para una obra klave del cine estatal.
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