Hoy en día el término Sociedad de la Información está muy en boga. Con él se alude al hecho de que los mecanismos económicos y culturales de las sociedades contemporáneas tienen su motor no tanto en los procesos industriales como en los artefactos producentes de información. Es por ello que se habla de sociedad de la información en contraposición a sociedad industrial.
En principio esta distinción puede resultar meramente retórica, pues en la medida en la que el mundo en el que vivimos la producción de manufacturas de la más diversa índole sigue plenamente vigente, los citados artefactos producentes de información sólo supondrían un continuo respecto a lo netamente industrial dentro del marco macroeconómico. Y de hecho, hablando en términos estrictos, lo que hay es un continuo. No obstante, que esto sea así no significa que la distinción sea baladí. Desde los años 70 se han realizado diversos estudios socio-económicos que ponen de manifiesto la cada vez mayor presencia en el mercado laboral de titulados en formación superior. Correlativamente, del número total de empleos en los países occidentales, hay más trabajadores relacionados con profesiones asociadas con la actividad intelectual (en sentido amplio) que con la actividad meramente manual o física. Es en este sentido en el que hay entender la distinción y, si se quiere, contraponerla con el estado de cosas existente en el siglo XIX.
Uno de entre los muchos aspectos de la Sociedad de la Información es la propiedad de generar nuevos contenidos culturales constantemente. Pero por contenido cultural puede entenderse cualquier cosa, pues hablar de la cultura es hablar de la totalidad de las cosas producidas por el ser humano. Cultura es tanto el último disco de In Flames como la secuenciación completa del genoma humano. Por ello la expresión lleva a error y es más correcto, a pesar de la redundancia, decir que la Sociedad de la Información tiene la propiedad de generar nuevos contenidos informacionales constantemente.
Ahora bien, si la producción de nueva información es constante, se plantea un problema. ¿Cómo demonios puede un individuo de características finitas tener acceso a información potencialmente infinita? Es necesario distinguir entre información y conocimiento. Y por tanto, entre sociedad de la información y sociedad del conocimiento.
En principio, es tan relevante, por poner un ejemplo, la muerte de Belén Esteban como la de Hunter S. Thompson. No debería haber nada en esos hechos que marcase diferencia de un lado o de otro. Ambos hechos son información y en principio valen lo mismo. La cuestión se plantea en la medida de cuál de ambos dos hechos, suponiendo que hubiera oposición, debería engrosar el cuerpo de conocimientos común. Supongamos la imposición de un canon para el establecimiento a priori, y por tanto dogmático, de lo que debe ser conocimiento. Ese criterio serviría para cuestiones científicas, donde las autoridades están bien definidas y los criterios de decisión más o menos claros. Pero no serviría para este caso. Se necesitan criterios democráticos entendidos en un sentido general.
Uno de los mayores aportes que ha traído consigo la web 2.0 es la creación de lo que se ha denominado wikis. Con ellas se ha conseguido lograr una democratización en el filtro del paso de lo que es información a lo que es conocimiento. Con ellas se ha dado una zancada de gigante para convertir la sociedad de la información en la sociedad del conocimiento, esto es, en una sociedad de la información más democratizada en la creación y acceso al conocimiento. Naturalmente que esta situación abre muchos problemas, pero de ellos no hablaré en esta entrada.
Como apunte final, si no sabes lo que son las wikis, echa un vistazo al vídeo de abajo. Una excelente ilustración (ilusa e ideal dirán algunos) de lo que el funcionamiento de una wiki es.
En principio esta distinción puede resultar meramente retórica, pues en la medida en la que el mundo en el que vivimos la producción de manufacturas de la más diversa índole sigue plenamente vigente, los citados artefactos producentes de información sólo supondrían un continuo respecto a lo netamente industrial dentro del marco macroeconómico. Y de hecho, hablando en términos estrictos, lo que hay es un continuo. No obstante, que esto sea así no significa que la distinción sea baladí. Desde los años 70 se han realizado diversos estudios socio-económicos que ponen de manifiesto la cada vez mayor presencia en el mercado laboral de titulados en formación superior. Correlativamente, del número total de empleos en los países occidentales, hay más trabajadores relacionados con profesiones asociadas con la actividad intelectual (en sentido amplio) que con la actividad meramente manual o física. Es en este sentido en el que hay entender la distinción y, si se quiere, contraponerla con el estado de cosas existente en el siglo XIX.
Uno de entre los muchos aspectos de la Sociedad de la Información es la propiedad de generar nuevos contenidos culturales constantemente. Pero por contenido cultural puede entenderse cualquier cosa, pues hablar de la cultura es hablar de la totalidad de las cosas producidas por el ser humano. Cultura es tanto el último disco de In Flames como la secuenciación completa del genoma humano. Por ello la expresión lleva a error y es más correcto, a pesar de la redundancia, decir que la Sociedad de la Información tiene la propiedad de generar nuevos contenidos informacionales constantemente.
Ahora bien, si la producción de nueva información es constante, se plantea un problema. ¿Cómo demonios puede un individuo de características finitas tener acceso a información potencialmente infinita? Es necesario distinguir entre información y conocimiento. Y por tanto, entre sociedad de la información y sociedad del conocimiento.
En principio, es tan relevante, por poner un ejemplo, la muerte de Belén Esteban como la de Hunter S. Thompson. No debería haber nada en esos hechos que marcase diferencia de un lado o de otro. Ambos hechos son información y en principio valen lo mismo. La cuestión se plantea en la medida de cuál de ambos dos hechos, suponiendo que hubiera oposición, debería engrosar el cuerpo de conocimientos común. Supongamos la imposición de un canon para el establecimiento a priori, y por tanto dogmático, de lo que debe ser conocimiento. Ese criterio serviría para cuestiones científicas, donde las autoridades están bien definidas y los criterios de decisión más o menos claros. Pero no serviría para este caso. Se necesitan criterios democráticos entendidos en un sentido general.
Uno de los mayores aportes que ha traído consigo la web 2.0 es la creación de lo que se ha denominado wikis. Con ellas se ha conseguido lograr una democratización en el filtro del paso de lo que es información a lo que es conocimiento. Con ellas se ha dado una zancada de gigante para convertir la sociedad de la información en la sociedad del conocimiento, esto es, en una sociedad de la información más democratizada en la creación y acceso al conocimiento. Naturalmente que esta situación abre muchos problemas, pero de ellos no hablaré en esta entrada.
Como apunte final, si no sabes lo que son las wikis, echa un vistazo al vídeo de abajo. Una excelente ilustración (ilusa e ideal dirán algunos) de lo que el funcionamiento de una wiki es.
4 comentarios:
Pues me parece un gran vídeo explicativo.Muy bueno.
La verdad es que es cojonudo, porque explica lo básico. La wikipedia se basa en eso y lo que la diferencia de lo del video no es más que una cuestión de complejidad. Mola.
Hace cosa de un mes que descubrí el mundo del wiki, más allá de visitar de vez en cuando la Wikipedia.
Me encanta esta idea, no sólo como un instrumento útil, sino también como concepto. Una especie de cíber-socialismo. Compartir información y conocimiento en un mismo lugar sin que nadie se beneficie por ello salvo quienes se enriquecen, al fin y al cabo, de lo que cuelgan los demás.
Eso sí, se necesita una buena educación de los usuarios de Internet para su correcto funcionamiento y, a veces, ésta brilla por su ausencia.
Ese es uno de los problemas que trae consigo el mundo wiki, que la educación aún no se ha adecuado a las exigencias de este fenómeno. Pero no es sólo una cuestión de conocimientos; también debe ser una ética de internet y, en general, una educación en valores. El anonimato puede ser peligroso.
Hablando de la wikipedia,paralelamente, la democratización en principio puede ser deseable, pero la implicación de los expertos sigue siendo tan necesaria como antes, pues, por poner un ejemplo, yo puedo saber algo del modelo standard actual de la física teórica y, con buena voluntad, escribirlo en su artículo correspondiente. Sin embargo, mis conocimientos serán meramente divulgativos, y por tanto incompletos. Eso sin contar con el hecho de que la información pueda ser errónea. Si no viene un experto y completa o corrige el asunto, el artículo puede ser potencialmente perjudicial.
Sin extenderme mucho más en la cuestión, decir que es necesaria la participación de todos, pues cada uno, en cierto modo, sabemos más de unas cosas que otras. Y la idea en el fondo es esa: si participamos todos con lo que sabemos, la cosa marchará, a pesar de la idealización y la asignación de buena voluntad, en principio, a todos los usuarios. Nuestro deber es ese: participar con lo que sabemos. Nuestro derecho: tener a mano la enciclopedia más completa del mundo.
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