El miércoles, 26 de septiembre de 2007, sucedió algo bastante curioso en SIC Noticias, cadena privada de cable de la televisión lusa. La periodista Ana Lorenço realizaba una entrevista en horario de máxima audiencia al ex-primer ministro del país (2004-2005), Pedro Santana Lopes. El acto estaba programado con el fin de debatir la actual división interna del partido social demócrata, del que Santana Lopes forma parte. Sin embargo, mientras el político portugués analizaba las consecuencias de esta lucha interna en el partido, Lorenço le interrumpe y anuncia la llegada a Lisboa del ex-entrenador del Chelsea, José Mourinho. Este corte sucedió a las 22:41. A continuación, entablan una conexión con un enviado especial al aeropuerto lisboeta, que cubre la información. Y la información es que Mourinho no quiere hacer declaraciones. Que Mourinho quiere descansar. Y se arma el tinglado.
Para los que no entiendan el portugués, la traducción es ésta (sacada de El País):
Es cierto que estamos hablando de una entrevista organizada por una televisión privada, con intereses y móviles particulares. Pero no menos cierto es que el papel de un medio de comunicación en la sociedad le otorga una responsabilidad consistente en decidir cuáles son los contenidos más apropiados de cara al espectador. Es decir, en tanto que con poder mediático debería cumplir una función pedagógica. Y entiéndase esto en el débil sentido de informar sobre contenidos relevantes, es decir, estableciendo una jerarquía en la relevancia de los contenidos en función de lo que debería ser de interés general. No se entienda esto como una difuminación de la delgada línea que separa la información de la formación (en sentido peyorativo: crear ideología, etc.).
Sí, lo sé, el planteamiento es demasiado iluso. Las corporaciones no funcionan mediante móviles filantrópicos. Si cortaron la entrevista para seguir en directo la llegada de Mourinho fue porque eso vende más que la entrevista. Pero en tal caso, y dado que la llegada a la capital del entrenador ya se conocía con antelación, no tiene sentido pactar una entrevista con un ex-presidente para tratar temas de interés general, y luego cortarla en mitad de una respuesta. No ya por ser un insulto al invitado. Más bien por prostituir uno de los pocos espacios existentes en los medios de comunicación en los que se da la palabra directamente a un político, sin cortes ni frases sacadas de contexto. Es decir, por menospreciar a la inteligencia del espectador y, por tanto, menospreciar a la inteligencia del electorado. Flaco favor a la democracia.
Todo esto podía haberse organizado otro día. O simplemente grabar la entrevista y emitirla en diferido. Si se hubiera hecho esto último, las sospechas caerían sobre la cadena al haber indicios bastante plausibles de un amaño en el acto: preguntas pactadas con antelación. Esto no interesaba.
Se mire por dónde se mire, el planteamiento o la logística de los acontecimientos beneficiaba a la cadena, que aunaba en horario de máxima audiencia una entrevista a un político de peso acerca de una situación política de candente actualidad y a la figura más mediática del deporte nacional. Una apuesta segura. ¿Para todos? Santana Lopes se olió el decorado y vio que su papel en la función no era precisamente el consensuado. Así que decidió no apostar. Nada que decir.
Para los que no entiendan el portugués, la traducción es ésta (sacada de El País):
-Estábamos….Y se marchó. Con dos cojones. Porque manda cojones que la llegada de un entrenador de fútbol eclipse la intervención de un ex-primer ministro de un país. Como dice Santana Lopes, eso es un delirio. Y habrá a quien esto le suene a una demostración de prepotencia mal medida. A mi me parece un acto perfectamente consecuente.-¿Sabe dónde estábamos realmente?, preguntó Santana
-Sí…
-¿Y usted cree que se justifica la interrupción?, disculpe la pregunta, -añadió el político. José Mourinho es más importante que todos nosotros, sin duda ninguna. Y su llegada pone al país en delirio. Y estos problemas de los partidos y la política no interesan nada a la gente. (…)
“Ustedes me han invitado a venir”, prosiguió Santana Lopes, “y yo he venido aquí con sacrificio personal; pero he sido interrumpido para ver la llegada de un entrenador de fútbol. Creo que el país está loco, perdone que le diga, con todo respeto, y por tanto no voy a continuar la entrevista. Creo que la gente tiene que aprender. ¿Tá bem?”.
Es cierto que estamos hablando de una entrevista organizada por una televisión privada, con intereses y móviles particulares. Pero no menos cierto es que el papel de un medio de comunicación en la sociedad le otorga una responsabilidad consistente en decidir cuáles son los contenidos más apropiados de cara al espectador. Es decir, en tanto que con poder mediático debería cumplir una función pedagógica. Y entiéndase esto en el débil sentido de informar sobre contenidos relevantes, es decir, estableciendo una jerarquía en la relevancia de los contenidos en función de lo que debería ser de interés general. No se entienda esto como una difuminación de la delgada línea que separa la información de la formación (en sentido peyorativo: crear ideología, etc.).
Sí, lo sé, el planteamiento es demasiado iluso. Las corporaciones no funcionan mediante móviles filantrópicos. Si cortaron la entrevista para seguir en directo la llegada de Mourinho fue porque eso vende más que la entrevista. Pero en tal caso, y dado que la llegada a la capital del entrenador ya se conocía con antelación, no tiene sentido pactar una entrevista con un ex-presidente para tratar temas de interés general, y luego cortarla en mitad de una respuesta. No ya por ser un insulto al invitado. Más bien por prostituir uno de los pocos espacios existentes en los medios de comunicación en los que se da la palabra directamente a un político, sin cortes ni frases sacadas de contexto. Es decir, por menospreciar a la inteligencia del espectador y, por tanto, menospreciar a la inteligencia del electorado. Flaco favor a la democracia.
Todo esto podía haberse organizado otro día. O simplemente grabar la entrevista y emitirla en diferido. Si se hubiera hecho esto último, las sospechas caerían sobre la cadena al haber indicios bastante plausibles de un amaño en el acto: preguntas pactadas con antelación. Esto no interesaba.
Se mire por dónde se mire, el planteamiento o la logística de los acontecimientos beneficiaba a la cadena, que aunaba en horario de máxima audiencia una entrevista a un político de peso acerca de una situación política de candente actualidad y a la figura más mediática del deporte nacional. Una apuesta segura. ¿Para todos? Santana Lopes se olió el decorado y vio que su papel en la función no era precisamente el consensuado. Así que decidió no apostar. Nada que decir.
1 comentario:
Bonito ejemplo de integridad.
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