1. Final Resistance (3:01)
2. Hours Passed In Exile (4:46)
3. Monochromatic Stains (3:38)
4. Single Part Of Two (3:51)
5. The Treason Wall (3:31)
6. Format C: For Cortex (4:30)
7. Damage Done (3:27)
8. Cathode Ray Sunshine (4:14)
9. The Enemy (3:56)
10. I, Deception (3:55)
11. White Noise - Black Silemce (4:09)
12. Ex Nihilo (4:31)
El death metal melódico es un género que ha vivido en los últimos años una sobreabundancia nada habitual de formaciones. A la sombra de bandas como In Flames o Soilwork, se han subido al carro del mentado estilo infinidad de grupos de los cuales no muchos merecen ocupar un hueco en nuestra memoria. Al menos, esto en Europa. Porque si a este panorama le sumamos el hecho de que en Estados Unidos cada vez son más los grupos que ponen sus ojos en el viejo continente, tenemos una burbuja en la que el metal y el hardcore están embadurnados de un olor claramente europeo.
Naturalmente, como en toda cosa nueva, siempre hay un creador. Junto con In Flames, puede decirse que Dark Tranquillity crearon este estilo, el sonido Gotemburgo. Un estilo en el que las guitarras melódicas y los pasajes acústicos se mezclan con la violencia sonora de las voces y las baterías del death. Una mezcla explosiva que, como he dicho, muchos grupos más tarde explotarían en aras de lograr un beneficio económico.
Precisamente esto es lo curioso del asunto. Cuando el género parecía empezar a masificarse, ellos, Dark Tranquility, coquetearon con otras líneas estilísticas. Introdujeron teclados en su música, voces limpias, atmósferas góticas y, en general, dieron una vuelta de tuerca a su sonido. Esta etapa coincide con la publicación de Projector y Haven. Muchos seguidores les acusaron de haber perdido su esencia. Pero lo cierto es que la melodía seguía allí y Michael Stanne no pasó de la noche a la mañana de ser una de las mejores voces del death melódico a ser ídolo de quinceañeras. Nada de eso. De hecho, los tiros no van por ahí.
Que alguien diga que el significado de un viraje estilístico de esa magnitud responde a intereses económicos cuando el estilo que practicabas empieza a ser reconocido mediáticamente es, en mi opinión, un sin sentido. Lo más fácil hubiera sido volver a hacer un The Mind's I o un The Gallery siguiendo esa lógica. Esto es algo que hicieron, por ejemplo, In Flames con su famosa triada Whoracle, Colony, Clayman. Y les salió bien, precisamente por haber sido una apuesta segura. Por ello creo que el riesgo que tomaron Dark Tranquillity en esos discos no es explicable mediante móviles crematísticos.
En cualquier caso, y sea como fuere el asunto, si dinero o intereses artísticos (o ambas), el caso es que los resultados en cuanto a calidad de esos dos discos fueron discutibles. Tal vez por ello, ni cortos ni perezosos, las huestes de Niklas Sundin decidieron retomar el camino emprendido allá donde lo dejaron en 1997. En este contexto se fraguó Damage Done. Como si de un alegato a la culpabilidad fuera, este disco, desde el mismo título, nos insinúa que lo que nos vamos a encontrar en su interior va a ser algo, en principio, diferente a lo que cabría esperar de él.
Y desde el primer minuto, con Final Resistance, se confirman las sospechas con un corte de salvaje death metal melódico. Vuelta a los orígenes con una composición con un tempo rápido y constantes brakes y transiciones entre las distintas partes de la canción. El protagonismo de las guitarras es bastante acusado, las cuales destripan y desmenuzan todo el mastil de la guitarra para producir riffes de una factura asombrosa. La voz de Stanne, al límite en cada uno de sus versos, encaja con todo el engranaje a la perfección. Gran inicio de disco.
Hours Passed In Exile es la siguiente en sonar. Con un inicio mediante teclados atmosféricos, rápidamente las guitarras y la batería aparecen en escena con un riff muteado y un ritmo asincopado. En el estribillo de la canción se ve que la mezcla de las melodías típicamente suecas de las guitarras encajan a la perfección con el colchón de teclados. En definitiva, se trata de una canción que explora nuevos senderos en su trayectoria por medio de la conjunción de caminos ya recorridos. Un perfecto resumen de lo que nos ofrecerán el resto de canciones.
Monochromatic Stains fue el single elegido para la promoción del disco. Se trata de una canción con distintos tempos en cada una de sus partes. Se inicia con una melodía épica de guitarra para dar paso al cabo de pocos segundos a una cobertura de teclados bajo la cual la voz de Stanne va escupiendo sus versos. Magníficos los cambios de ritmo lento/rápido durante el desarrollo de las estrofas. Lo mejor de la canción son los solos que se suceden tras el segundo estribillo, con un duelo entre las guitarras impecable. Puede sonar exagerado, pero en algunos casos, algunas sucesiones de notas recuerdan a algunos pasajes de las partituras de Stravinsky. Dicho sea de paso, el videoclip me encanta (¿Alguién mencionó el expresionismo cinematográfico alemán?).
La cuarta canción del disco es Single Part Of Two. En esta pieza las guitarras vuelven a despachar riffes realmente bestiales. Si cabe, la presencia de teclados está más acentuada que en las anteriores canciones. De nuevo, el solo de guitarra vuelve a cautivar mediante una sucesión de pentatónicas. Algún día se reconocerá el talento de Niklas Sundin y de Martin Henriksson, no como virtuosos de las seis cuetrdas, sino más bien como excelentes compositores de melodías atrayentes. Desgraciadamente en el mundo del metal, suele tenerse en cuenta más la primera característica en menoscabo de la segunda.
The Treason Wall es la Clayman de este disco. No puedo evitarlo, pero cada vez que la escucho, con esas notas alargadas, me viene a la memoria la canción de In Flames. Puede que sea su respuesta en forma de canción a sus paisanos. O puede que no. En cualquier caso, es una canción que merece ser escuchada por sí misma, pues es realmente pegadiza.
Si tuviera que decir cuál es, según mi criterio, la mejor canción de este Damage Done, diría sin dudarlo que es Format C: For Cortex. Los apenas 40 segundos de introducción de este tema están entre mi selección personal de pasajes musicales selectos para una banda sonora personal. O al menos, si esa selección existiese, estarían elegidos. Que maestría y que dominio de los instrumentos demuestran Dark Tranquillity en esta canción, tanto en los momentos más acelerados como en los más reposados y tranquilos. Todo un Tour de Force de sensaciones y sentimientos, a veces contradictorios. En fin, mi preferida.
En las primeras seis canciones del disco, en general, se puede apreciar un gusto por el presiocismo en la composición. Por un fino sentido de pulir la mayor cantidad de detalles posibles para intentar crear temas redondos de principio a fin. También se aprecia un gusto por ciertos arreglos cuasi barrocos, y a veces, en demasía ostentosos. Pues bien, estas sensaciones desaparecen con la irrupción del tema homónimo del disco, Damage Done. Al menos en su comienzo, sorprendiéndonos con una contundencia y rapidez inusitadas en el resto de canciones. Con riffes thrashers, e incluso un riff cíclico de interludio, Dark Tranquility en los primeros segundos muestran las cartas que destaparían tres años más tarde con la publicación de Character. Sin embargo, toda esta demostración de potencia se va diluyendo con el paso de los minutos, hasta desembocar en un desenlace tranquilo en el que las guitarras suaves y los teclados son los verdaderos protagonistas.
Cathode Ray Sunshine es otra canción con un comienzo épico de los que quitan el hipo, de los que te sumergen desde el primer segundo en la atmósfera del tema. Con un riff y unos arreglos característicos del sonido gotemburgo, la canción se desenvuelve siguiendo las premisas marcadas por la introducción del tema. Pasada la mitad del corte, la presencia de teclados se hace más visible, hasta tal punto que llegan a ser indistinguibles de las guitarras. Una de las características que más debería valorarse en este Damage Done es la capacidad con la que Dark tranquillity consiguieron aunar guitarras y teclados. Estos últimos, normalmente suelen jugar un doble papel en su música. Normalmente, como elemento que da empaque y sonoridad al conjunto y, a la vez, e indisociablemente, como elemento atmosférico. Paralelamente, los teclados en contadas ocasiones cobran el protagonismo, al mismo nivel que las guitarras, pero sin la chabacabería con la que son usados, por ejemplo, por unos Children Of Bodom o cualquiera de las bandas power metaleras de finales de los 90. Y ciertamente es un acierto. Dotan al sonido final de una grandilocuencia que dificilmente sería alcanzable de otro modo.
The Enemy es una canción que comienza con unos arreglos de teclados en clave melancólica, a los que inmediatamente, se añaden un doble bombo pausado y las guitarras en segundo plano. Otra canción en la que los teclados cobran protagonismo acertadamente. La canción se desenvuelve progresivamente con un peso en las guitarras cada vez mayor. Tras un interludio acústico, todos los instrumentos consiguen dibujar un paisaje de tristeza y melancolía que realmente llega a sobrecoger. En cierto modo, la canción es como un vals (ateneos al ritmo, "un cha cha, un cha cha..."), eso sí, oscuro y pesimista como pocos. Gran canción.
I, Deception es la décima pista en sonar. En la línea de Final Resistance o Hours Passed In Exile, se trata de una composición dura, pero con matices sobradamente melódicos. Con un final épico en las guitarras y desgarrado en la voz, no baja el nivel medio del album.
White Noise - Black Silence recuerda a Damage Done en cuanto a agresividad. Con un riff que avanza con paso firme acompañado por una batería contundente, la canción se va desenvolviendo bajo una línea sonora de violencia musical. Nuevamente con un interludio en mitad de la canción, esta vez con las guitarras, y sin menoscabo de la tensión imperante durante toda la pista, enlazan con una parte bastante contundente, armónicos incluidos. Se echa de menos quizá más desarrollo en alguno de los riffes, pero aún con todo, la canción es enorme.
La Outro del album se llama Ex Nihilo. Normalmente suelo entender las intros y outros de los discos como meros ejercicios para presentar o despedir el contenido estrictamente musical de los albumes, y que en sí mismas, resultan vacuas y sin ningún interés intrínseco. Bien, que normalmente piense así no significa que siempre lo haga de ese modo. Y un ejemplo de ello es esta Ex Nihilo. Dice el viejo postulado lógico de los escolásticos, que de la nada, surge nada (Ex nihilo, Nihil Fit). Puede ser una buena aproximación para entender qué representa esta outro. Con un comienzo oscuro y un sonido fluctuante por medio de los teclados, la canción progresa como una avalancha sónica hasta llegar a un interludio en el que las guitarras van desarrollando una melodía optimista que, finalmente, acaba siendo absorbida por la melodía del comienzo y, sin que te lo esperes, todo termina. Como si fuera un sueño en el que hay momentos buenos y momentos malos. Como una metáfora de lo que es la vida. En definitiva, como si, efectivamente, de la nada, no pudiera surgir algo.
Producido por Fredrik Nordstrom en los Fredrick Studios, esta obra de Dark Tranquility merece un puesto de honor en el escalafón de los mejores albumes de death metal melódico de la historia. Un disco que no pierde con el número de escuchas y que, por el contrario, gana con ello precisamente por la cantidad de elementos ocultos, que requieren de constantes y atentas audiciones, como si de un disco de metal progresivo se tratara. Damage Done es un disco de death metal melódico, sí, pero que sabe echar mano de influencias de otros estilos para dar como resultado un disco de death melódico original y fresco. Damage Done es, en definitiva, una obra excelsa que supone el punto álgido en la trayectoria de los suecos y que, dificilmente, será superado en futuras placas.
Me quedo con: Final Resistance, Hours Passed In Exile, Monochromatic Stains, The Treason Wall, Format C: For Cortex, Cathode Ray Sunshine, The Enemy, Ex Nihilo.
Si te gustan: In Flames, Soilwork, Arch Enemy, Amon Amarth, Callenish Circle, Cynic, Imsomnium.
Naturalmente, como en toda cosa nueva, siempre hay un creador. Junto con In Flames, puede decirse que Dark Tranquillity crearon este estilo, el sonido Gotemburgo. Un estilo en el que las guitarras melódicas y los pasajes acústicos se mezclan con la violencia sonora de las voces y las baterías del death. Una mezcla explosiva que, como he dicho, muchos grupos más tarde explotarían en aras de lograr un beneficio económico.
Precisamente esto es lo curioso del asunto. Cuando el género parecía empezar a masificarse, ellos, Dark Tranquility, coquetearon con otras líneas estilísticas. Introdujeron teclados en su música, voces limpias, atmósferas góticas y, en general, dieron una vuelta de tuerca a su sonido. Esta etapa coincide con la publicación de Projector y Haven. Muchos seguidores les acusaron de haber perdido su esencia. Pero lo cierto es que la melodía seguía allí y Michael Stanne no pasó de la noche a la mañana de ser una de las mejores voces del death melódico a ser ídolo de quinceañeras. Nada de eso. De hecho, los tiros no van por ahí.
Que alguien diga que el significado de un viraje estilístico de esa magnitud responde a intereses económicos cuando el estilo que practicabas empieza a ser reconocido mediáticamente es, en mi opinión, un sin sentido. Lo más fácil hubiera sido volver a hacer un The Mind's I o un The Gallery siguiendo esa lógica. Esto es algo que hicieron, por ejemplo, In Flames con su famosa triada Whoracle, Colony, Clayman. Y les salió bien, precisamente por haber sido una apuesta segura. Por ello creo que el riesgo que tomaron Dark Tranquillity en esos discos no es explicable mediante móviles crematísticos.
En cualquier caso, y sea como fuere el asunto, si dinero o intereses artísticos (o ambas), el caso es que los resultados en cuanto a calidad de esos dos discos fueron discutibles. Tal vez por ello, ni cortos ni perezosos, las huestes de Niklas Sundin decidieron retomar el camino emprendido allá donde lo dejaron en 1997. En este contexto se fraguó Damage Done. Como si de un alegato a la culpabilidad fuera, este disco, desde el mismo título, nos insinúa que lo que nos vamos a encontrar en su interior va a ser algo, en principio, diferente a lo que cabría esperar de él.
Y desde el primer minuto, con Final Resistance, se confirman las sospechas con un corte de salvaje death metal melódico. Vuelta a los orígenes con una composición con un tempo rápido y constantes brakes y transiciones entre las distintas partes de la canción. El protagonismo de las guitarras es bastante acusado, las cuales destripan y desmenuzan todo el mastil de la guitarra para producir riffes de una factura asombrosa. La voz de Stanne, al límite en cada uno de sus versos, encaja con todo el engranaje a la perfección. Gran inicio de disco.
Hours Passed In Exile es la siguiente en sonar. Con un inicio mediante teclados atmosféricos, rápidamente las guitarras y la batería aparecen en escena con un riff muteado y un ritmo asincopado. En el estribillo de la canción se ve que la mezcla de las melodías típicamente suecas de las guitarras encajan a la perfección con el colchón de teclados. En definitiva, se trata de una canción que explora nuevos senderos en su trayectoria por medio de la conjunción de caminos ya recorridos. Un perfecto resumen de lo que nos ofrecerán el resto de canciones.
Monochromatic Stains fue el single elegido para la promoción del disco. Se trata de una canción con distintos tempos en cada una de sus partes. Se inicia con una melodía épica de guitarra para dar paso al cabo de pocos segundos a una cobertura de teclados bajo la cual la voz de Stanne va escupiendo sus versos. Magníficos los cambios de ritmo lento/rápido durante el desarrollo de las estrofas. Lo mejor de la canción son los solos que se suceden tras el segundo estribillo, con un duelo entre las guitarras impecable. Puede sonar exagerado, pero en algunos casos, algunas sucesiones de notas recuerdan a algunos pasajes de las partituras de Stravinsky. Dicho sea de paso, el videoclip me encanta (¿Alguién mencionó el expresionismo cinematográfico alemán?).
La cuarta canción del disco es Single Part Of Two. En esta pieza las guitarras vuelven a despachar riffes realmente bestiales. Si cabe, la presencia de teclados está más acentuada que en las anteriores canciones. De nuevo, el solo de guitarra vuelve a cautivar mediante una sucesión de pentatónicas. Algún día se reconocerá el talento de Niklas Sundin y de Martin Henriksson, no como virtuosos de las seis cuetrdas, sino más bien como excelentes compositores de melodías atrayentes. Desgraciadamente en el mundo del metal, suele tenerse en cuenta más la primera característica en menoscabo de la segunda.
The Treason Wall es la Clayman de este disco. No puedo evitarlo, pero cada vez que la escucho, con esas notas alargadas, me viene a la memoria la canción de In Flames. Puede que sea su respuesta en forma de canción a sus paisanos. O puede que no. En cualquier caso, es una canción que merece ser escuchada por sí misma, pues es realmente pegadiza.
Si tuviera que decir cuál es, según mi criterio, la mejor canción de este Damage Done, diría sin dudarlo que es Format C: For Cortex. Los apenas 40 segundos de introducción de este tema están entre mi selección personal de pasajes musicales selectos para una banda sonora personal. O al menos, si esa selección existiese, estarían elegidos. Que maestría y que dominio de los instrumentos demuestran Dark Tranquillity en esta canción, tanto en los momentos más acelerados como en los más reposados y tranquilos. Todo un Tour de Force de sensaciones y sentimientos, a veces contradictorios. En fin, mi preferida.
En las primeras seis canciones del disco, en general, se puede apreciar un gusto por el presiocismo en la composición. Por un fino sentido de pulir la mayor cantidad de detalles posibles para intentar crear temas redondos de principio a fin. También se aprecia un gusto por ciertos arreglos cuasi barrocos, y a veces, en demasía ostentosos. Pues bien, estas sensaciones desaparecen con la irrupción del tema homónimo del disco, Damage Done. Al menos en su comienzo, sorprendiéndonos con una contundencia y rapidez inusitadas en el resto de canciones. Con riffes thrashers, e incluso un riff cíclico de interludio, Dark Tranquility en los primeros segundos muestran las cartas que destaparían tres años más tarde con la publicación de Character. Sin embargo, toda esta demostración de potencia se va diluyendo con el paso de los minutos, hasta desembocar en un desenlace tranquilo en el que las guitarras suaves y los teclados son los verdaderos protagonistas.
Cathode Ray Sunshine es otra canción con un comienzo épico de los que quitan el hipo, de los que te sumergen desde el primer segundo en la atmósfera del tema. Con un riff y unos arreglos característicos del sonido gotemburgo, la canción se desenvuelve siguiendo las premisas marcadas por la introducción del tema. Pasada la mitad del corte, la presencia de teclados se hace más visible, hasta tal punto que llegan a ser indistinguibles de las guitarras. Una de las características que más debería valorarse en este Damage Done es la capacidad con la que Dark tranquillity consiguieron aunar guitarras y teclados. Estos últimos, normalmente suelen jugar un doble papel en su música. Normalmente, como elemento que da empaque y sonoridad al conjunto y, a la vez, e indisociablemente, como elemento atmosférico. Paralelamente, los teclados en contadas ocasiones cobran el protagonismo, al mismo nivel que las guitarras, pero sin la chabacabería con la que son usados, por ejemplo, por unos Children Of Bodom o cualquiera de las bandas power metaleras de finales de los 90. Y ciertamente es un acierto. Dotan al sonido final de una grandilocuencia que dificilmente sería alcanzable de otro modo.
The Enemy es una canción que comienza con unos arreglos de teclados en clave melancólica, a los que inmediatamente, se añaden un doble bombo pausado y las guitarras en segundo plano. Otra canción en la que los teclados cobran protagonismo acertadamente. La canción se desenvuelve progresivamente con un peso en las guitarras cada vez mayor. Tras un interludio acústico, todos los instrumentos consiguen dibujar un paisaje de tristeza y melancolía que realmente llega a sobrecoger. En cierto modo, la canción es como un vals (ateneos al ritmo, "un cha cha, un cha cha..."), eso sí, oscuro y pesimista como pocos. Gran canción.
I, Deception es la décima pista en sonar. En la línea de Final Resistance o Hours Passed In Exile, se trata de una composición dura, pero con matices sobradamente melódicos. Con un final épico en las guitarras y desgarrado en la voz, no baja el nivel medio del album.
White Noise - Black Silence recuerda a Damage Done en cuanto a agresividad. Con un riff que avanza con paso firme acompañado por una batería contundente, la canción se va desenvolviendo bajo una línea sonora de violencia musical. Nuevamente con un interludio en mitad de la canción, esta vez con las guitarras, y sin menoscabo de la tensión imperante durante toda la pista, enlazan con una parte bastante contundente, armónicos incluidos. Se echa de menos quizá más desarrollo en alguno de los riffes, pero aún con todo, la canción es enorme.
La Outro del album se llama Ex Nihilo. Normalmente suelo entender las intros y outros de los discos como meros ejercicios para presentar o despedir el contenido estrictamente musical de los albumes, y que en sí mismas, resultan vacuas y sin ningún interés intrínseco. Bien, que normalmente piense así no significa que siempre lo haga de ese modo. Y un ejemplo de ello es esta Ex Nihilo. Dice el viejo postulado lógico de los escolásticos, que de la nada, surge nada (Ex nihilo, Nihil Fit). Puede ser una buena aproximación para entender qué representa esta outro. Con un comienzo oscuro y un sonido fluctuante por medio de los teclados, la canción progresa como una avalancha sónica hasta llegar a un interludio en el que las guitarras van desarrollando una melodía optimista que, finalmente, acaba siendo absorbida por la melodía del comienzo y, sin que te lo esperes, todo termina. Como si fuera un sueño en el que hay momentos buenos y momentos malos. Como una metáfora de lo que es la vida. En definitiva, como si, efectivamente, de la nada, no pudiera surgir algo.
Producido por Fredrik Nordstrom en los Fredrick Studios, esta obra de Dark Tranquility merece un puesto de honor en el escalafón de los mejores albumes de death metal melódico de la historia. Un disco que no pierde con el número de escuchas y que, por el contrario, gana con ello precisamente por la cantidad de elementos ocultos, que requieren de constantes y atentas audiciones, como si de un disco de metal progresivo se tratara. Damage Done es un disco de death metal melódico, sí, pero que sabe echar mano de influencias de otros estilos para dar como resultado un disco de death melódico original y fresco. Damage Done es, en definitiva, una obra excelsa que supone el punto álgido en la trayectoria de los suecos y que, dificilmente, será superado en futuras placas.
Me quedo con: Final Resistance, Hours Passed In Exile, Monochromatic Stains, The Treason Wall, Format C: For Cortex, Cathode Ray Sunshine, The Enemy, Ex Nihilo.
Si te gustan: In Flames, Soilwork, Arch Enemy, Amon Amarth, Callenish Circle, Cynic, Imsomnium.
Puntuación: 9,7 /10
1 comentario:
Una obra maestra, las melodias te parten en 2, los arreglos son sublimes, Stanne se parte el pecho en este disco (brutal en el estribillo de Monochromatic Stains).Con este disco recuperaron el trono del Death Melódico, y con el Character y el Fiction lo han mantenido.
Venderán menos discos que los americanizados In Flames, pero les pegan mil vueltas musicalmente, además de que Dark Tranquillity no joden las canciones con estribillos para mariconas como vienen haciendo los In Flames desde el Reroute...
Y Maikel Stanne es Dios
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