Resulta enternecedor el conflicto de intereses cuando éste se da a un nivel profundo de la realidad. No, no estoy hablando de metafísica. Hablo de esas situaciones en las que, entre sujetos distintos, hay un acuerdo tácito acerca de una decisión, pero también una nebulosa oscura respecto a los intereses que posibilitan el acuerdo, los intereses de cada parte.
A veces resulta interesante plantearse ciertas cosas en relación a lo anterior. Cosas como: ¿En qué piensan unos padres cuando compran un ordenador a su hijo adolescente? Y: ¿En qué piensan los chavales cuando les dicen a sus progenitores que necesitan un ordenador?
A los primeros se les debe pasar por la cabeza que su hijo aún puede llegar a ser presidente del gobierno, el sucesor de Pedro Duque o un yuppi de Wall Street. O quizá sólo que van a proporcionar una herramienta práctica de cara al buen desarrollo de los estudios de sus hijos. Con más o menos pretensiones, los padres piensan que están haciendo lo correcto con sus hijos. Seguramente, no se equivocan. Pero tampoco aciertan del modo que ellos creen.
Y es que, amigos, los segundos sólo piensan en perrear.
A los hechos me remito. No hay más que darse una vuelta por los principales portales de vídeos de la red para ver multitud de vídeos de chavalas perreando. No delante de un chico. No delante de un organismo vivo. Sí delante de la pantalla de su ordenador. ¿Por qué lo hacen? La respuesta es un misterio. ¿Conocen la ley de la gravedad? Lo dudo.
A veces resulta interesante plantearse ciertas cosas en relación a lo anterior. Cosas como: ¿En qué piensan unos padres cuando compran un ordenador a su hijo adolescente? Y: ¿En qué piensan los chavales cuando les dicen a sus progenitores que necesitan un ordenador?
A los primeros se les debe pasar por la cabeza que su hijo aún puede llegar a ser presidente del gobierno, el sucesor de Pedro Duque o un yuppi de Wall Street. O quizá sólo que van a proporcionar una herramienta práctica de cara al buen desarrollo de los estudios de sus hijos. Con más o menos pretensiones, los padres piensan que están haciendo lo correcto con sus hijos. Seguramente, no se equivocan. Pero tampoco aciertan del modo que ellos creen.
Y es que, amigos, los segundos sólo piensan en perrear.
A los hechos me remito. No hay más que darse una vuelta por los principales portales de vídeos de la red para ver multitud de vídeos de chavalas perreando. No delante de un chico. No delante de un organismo vivo. Sí delante de la pantalla de su ordenador. ¿Por qué lo hacen? La respuesta es un misterio. ¿Conocen la ley de la gravedad? Lo dudo.
2 comentarios:
¿Ha muerto?
Por cierto Ignatius, gracias por tu comentario en mi último post, aunque lo he borrado (el post entero, ya te contaré...) se agradece mucho, de verdad.
Otra cosa, que no viene mucho a cuento, en cuanto termine Asfixia tengo esperándome “los renglones torcidos de Dios”, he visto que has escrito algo sobre el libro, pero no quiero leerlo hasta que me lo haya leído y pueda comentar algo.
Saludos!!!! Y gracias de nuevo
lo que he puesto no desvela nada, vamos, que se puede leer sin problemas, pero como veas. Mañana le llevo el juego a la uni.
Y suerte con aquello.
saludos
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