Que Alfred Hitchcock sea el maestro del cine de suspense no lo discute nadie. Al menos nadie que yo conozca. Y más os vale que siga siendo así. Hablar mal de Hitchcock en mi presencia equivale a hablar bien del comunismo delante del senador McCarthy, mencionar el verdadero nombre de Dios en una merienda de rabinos o tener la suerte de ser el primogénito en una tribu caníbal de Papúa. Más os vale no jugárosla.
Sentadas las bases, hablemos de lo importante: ¡Qué grandes son los cameos que hace Hitchcock en sus películas! Tanto o más que la figura con la que le asociamos.
Que grande el cameo del anuncio de reducción de peso, sin duda el mejor.
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