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jueves, 15 de noviembre de 2007

La Crisis del Lenguaje en Una Carta de Hofmannsthal

Lo que viene a continuación es la transcripción de un trabajito para una asignatura de la uni. La asignatura es Estética Literaria, el tema es la crisis del lenguaje y el motivo, la obra de Hofmannsthal reflejada en el título de esta entrada.

Sé que esto no casa muy bien con lo que ha sido el blog hasta ahora, aunque también es verdad que no sabría definir muy bien qué ha sido el blog hasta ahora. Intento de evasión y jerarquía ascendente de estupideces no son las expresiones correctas, pero son las primeras que se me vienen a la cabeza (que diría un personaje de Palahniuk). En cualquier caso, jamás había concebido hacer lo que voy a hacer: servirme de lo que hago en clase para hacer algo fuera de clase que ya hago en clase. Precisamente la idea con la que este blog nació fue otra, si cabe, la opuesta, sea lo que quiera significar esa expresión. Ya he dicho que no sabría definir esa idea en términos estrictos. Quizá ya de igual. O quizá puede que hoy no se me ocurra sobre que escribir y por eso recicle material. Nada, la prostitución nunca ha debido, debe ni deberá ser un delito. Y lo siguiente, expuesto y publicado aquí, espero que sea ejemplo de ello. Si no lo es, el mundo tampoco dejará de dar vueltas sobre su propio eje.

La Carta, del personaje Lord Chandos de Hoffmansthal, evidencia lo que ha venido a denominarse en filosofía como la crisis del lenguaje. Lo que vamos a intentar expresar en estas líneas es el hecho de que esa crisis tiene como corolario la crisis del sujeto. Para ello expondremos en qué consiste la crisis del lenguaje, o lo que es lo mismo, cuáles son sus fases, y, a continuación, intentaremos mostrar las consecuencias que acarrean para las ideas tradicionales de Yo y Sujeto.

La crisis del lenguaje tiene dos fases. En la primera se da una cierta imposibilidad para hablar de ideas generales o elevadas, tales como cuestiones Estado o acerca del alma, etc. En el personaje de Lord Chandos todo esto se expresa en la imposibilidad para sostener opiniones acerca de estos temas, y más aún, para realizar lecturas filosóficas inteligibles. Esta fase podríamos denominarla como la del colapso de los conceptos generales.

La segunda fase es la continuación lógica de la primera. Toda vez que los conceptos e ideas han abandonado al Lord, carece de esquemas y estructuras con las que dar cuenta de manera inteligible de su realidad cotidiana. Esto lo vemos ejemplificado en las chácharas habituales sobre temas intrascendentes, en el trato cotidiano con otras personas, etc. Con ello, Lord Chandos pierde su capacidad de referirse a lo concreto.

Estas dos fases tomadas conjuntamente nos exponen un panorama muy esclarecedor de lo que pueda ser la crisis del lenguaje. Este panorama, dicho sintéticamente, viene a suponer la ausencia de toda significación que quepa atribuir a las palabras. Pero, ¿qué es lo que somos sin lenguaje, sin el medio de representación del mundo? Esta es la preocupación esencial de Lord Chandos. Esta preocupación, en otras palabras, es la crisis del sujeto.

La crisis del sujeto tiene su primer efecto en la idea de Yo. Para Lord Chandos, bajo el viejo esquema representacional, es decir, antes de la crisis del lenguaje, el Yo es la posibilidad de hacer, y más concretamente, de hacer proyectos. Por ello Lord Chandos nos explica que él lo que quería era presentar fábulas del sentido que los antiguos impregnaban en sus mitos y que los artistas de toda época han plasmado en sus creaciones. Pero, ¿qué clase de significación inteligible cabe atribuir a cualquier concatenación de palabras toda vez que el lenguaje ha sido derrocado de su principal función, la representativa, y con ella, de todas las demás? Obviamente, ninguna. Esto implica que la esencia del ser humano ya no sea hacer, e incluso más profundamente, que la pregunta por la esencia del ser humano ya no tenga sentido. El yo no significa nada; el vehículo con el que la expresábamos ya no sirve.

Pero bueno, aquí hablamos de conceptos e ideas. Que no se pueda explicar qué es lo que hagamos no significa que no hagamos nada. Y nuestras acciones son buenas o malas. Cabe pensar que la ética aún tiene sentido. Pero no lo tiene, o al menos, no lo tiene su fundamentación. Esto se muestra en la situación en la que Lord Chandos tiene que explicar a su hija por qué no hay que mentir nunca y cómo, ante ello, no puede encontrar ninguna justificación en palabras. Por tanto, la crisis del sujeto no es sólo en relación al yo, sino también al sustrato más íntimo de lo humano: lo ético. Propiamente no cabría hablar de crisis del sujeto, pues todo aquello que asociamos a la palabra sujeto no tiene significado para nuestro protagonista.

Ante todo esto, ¿Qué es lo que queda? La inmediatez. Pero no una inmediatez traducible a palabras. Más bien una inmediatez inefable. En cierto sentido, una inmediatez como experiencia estética fundamental de todo lo demás, y por tanto, anterior al lenguaje. En cierto sentido, es casi mística y religiosa, pues mediante esa experiencia estética se capta la infinitud manifiesta en cada una de las cosas del mundo. Más genéricamente: se llega a captar la totalidad de las cosas; el mundo como unidad. Pero después de todo esto, no queda nada expresable mediante el lenguaje, que atomiza y descompone. Por ello, en realidad, esa experiencia estética primaria de la inmediatez no fundamenta nada; no hay nada que fundamentar más allá pues ella misma se fundamenta a sí misma y ella constituye el todo.

La crisis del lenguaje es un fenómeno que ha salpicado a todas las áreas de la filosofía contemporánea: desde la ética y la estética hasta la epistemología y la ontología. Por ello, no deja de ser curioso, y hasta irónico, que esta carta esté dirigida a Francis Bacon, aquel que durante el paso del renacimiento a la modernidad criticara tan severamente el embrujamiento que realiza el lenguaje en el vulgo mediante la elaboración de sus idola fori. Más irónico, si cabe, que el hecho de que el propio Lord Chandos sea capaz de escribir una carta que, por idea y concepción, es ella misma inexpresable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un ensayo muy bueno, la verdad. Yo también tengo uno igual, pero no se si estará tan bien, pero no me importa, estoy en desventaja!

http://www.blogak.com/amets/la-carta-de-lord-chandos-saiakera

Ignatius Reilly dijo...

Pues acabo de leerlo y no está nada mal. La referencia a Siddharta es perfecta. Y respecto a lo de la desventaja, si te refieres al idioma, ehh... digamos que en la situación inversa yo habría perdido el partido antes de que la pelota echara a rodar...

B.J. Turner dijo...

Un buen ensayo sobre una cuestión central, qué duda cabe. La Sprachkririk es fundamental, como dices, para comprender el estado del arte como lucha del espíritu -agónica, si se quiere. Puede leerse a Hofmannsthal en aquel grito de Dadá que clama "El pensamiento se genera en la boca", en todos los neurasténicos declarados del arte conteporáneo -Duchamp, Artaud, etc.- y en la "muerte del hombre" de la crítica filosófica más reciente. En fin, un tema nuclear y un acierto el comentarlo.