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jueves, 20 de septiembre de 2007

Mi particular descenso a los infiernos

Mundijuegos es una página web donde personas con mucho tiempo libre se reúnen con otras personas con mucho tiempo libre y malgastan su tiempo impunemente y sin que nadie les diga lo tontos que son. El pretexto consiste en jugar a juegos como el póker, el mus, el ajedrez o el parchís. Pero no nos engañemos, estos juegos sólo sirven como escusas para tapar el hecho innegable de que lo único que ansían estas personas es perder el tiempo. Porque todos deseamos perder el tiempo; es sólo que nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos lo contrario. Pero bueno, esa es otra cuestión.

Ayer me hice una cuenta en Mundijuegos; me hice usuario registrado de la página. Esto implica que mandé un SMS que me costó 120 céntimos. Ser usuario registrado, a parte de catalogarte como idiota, te da ciertos "privilegios" respecto a aquellos usuarios que utilizan el servicio de forma gratuita. Te da derecho a entrar en la clasificación de cada respectivo juego en función del número de partidas ganadas y partidas perdidas. Bueno, en realidad, esa es la única concesión, porque poder entrar en otras mesas sólo te da pie a jugar contra personas que gozan del primer privilegio, y al final, éste remite al primero. Pero valla, que no quiero liarme hablando de las trabas lógicas que suponen la enunciación sistematizada de los derechos que traen consigo mandar un SMS que cuesta 120 céntimos. De lo que quiero hablar es de mi adicción, de mi sucia y triste adicción.

Mi adicción se llama Superbúteo. Básicamente, no es más que la adaptación en formato videojuego del mítico juego de mesa Subbuteo. Si habéis clickado en el enlace y os habéis leído las apenas cuatro míseras líneas de contenido, deduciréis que en realidad a lo que juego debería llamarse Super-fútbol-de-mesa. Nombre, éste, notablemente más largo y menos glamouroso y carismático. Así que, en definitiva, soy adicto a un juego que tiene un nombre que no le corresponde. Lo cual es bastante triste.

Mi adicción no sería un problema si no le dedicara tanto tiempo. No sería una adicción. Pero ayer me registré y al ver mi tabla de resultados hace un rato he visto que he jugado 51 partidos. Y eso en un día. Bueno, en realidad en menos de un día. Porque estoy hablando de ayer, pero la verdad es que es como si fuese hoy, sólo que un poco tarde ya, porque aún no me he acostado. No han pasado ni 24 horas desde el registro y ya estoy en el puesto número 22 de la clasificación mensual. Lo cual, aparte de alabar mis cualidades para el juego de marras, no hace sino confirmar mi adicción.

La subscripción tiene un plazo de validez de 30 días. Esto significa que sale a razón de 4 céntimos por jornada. En cierto modo, creo que estoy rentabilizando mi dinero. Bueno, a quien quiero engañar. En realidad me está saliendo barata la adicción, que es bien distinto.

Ahora mismo estoy escuchando Hablar por Hablar. Está hablando un tipo que dice que ha sido alcohólico durante toda la vida y que está contando su vida como adicto. Vamos, lo típico en este programa, lleno de historias enternecedoras sobre traumas infantiles, violaciones, malos tratos, adicciones y problemas de insomnio. Pero, volviendo al tipo, lo que me ha dejado intrigado es el hecho de que diga que sigue siendo alcohólico aún a pesar de que lo ha superado. Ya sabéis que en las mierdas de terapias de alcohólicos anónimos y, en general, en terapias de grupo afines, te suelen decir que para superar un problema el primer paso es reconocer que tienes el problema y, aún cuando crees que lo has superado, la mejor actitud es pensar que sigues creyendo que tienes un problema. Lo cual me lleva a pensar que vaya mierda de terapias se montan algunos. Pero también me hace pensar que mi culo no quiere acabar sus días dando con una silla y explicándole a unos desconocidos que tengo un problema con el Superbuteo. Realmente sería patético. Si fuera otra persona, es decir, si no fuera yo, (me) daría una paliza.

Ahora mismo, me quedan 29 días de subscripción. Prometo que cuando terminen no volveré a jugar al superbúteo. ¿Por qué? Porque yo no tengo un problema.

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