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jueves, 26 de abril de 2007

Messidona I

Gary Lineker, futbolista inglés de los años 80, dijo en su día que el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes. Puede que no le faltase razón. También es posible que Messi y Maradona en algún mundo paralelo sean alemanes.

No hay duda de que, si algo caracteriza al fútbol alemán, ello es su espíritu ganador. No es la selección que más mundiales ha ganado. Brasil e Italia, con cinco y cuatro respectivamente, superan los tres máximos entorchados logrados por los germanos. Sin embargo, nadie les puede quitar el mérito de ser el equipo que más veces ha llegado a unas semifinales mundialistas. Once de diecisiete citas para ser precisos.

Ante tal efectividad uno piensa que su secreto reside en la estrategia, en la más fría y desapasionada táctica al servicio del grupo, del colectivo. La sensación que inspiran en sus rivales es la de estar enfrentándose ante una metódica maquinaria. Ante un poderoso engranaje. Ante pura ingeniería. Y puede que sea así. Pero por suerte, no todo el mundo entiende así este juego. Si el fútbol fuese reducido a conceptos como orden, equilibrio táctico o balance entre las distintas líneas, perdería todo aquello que lo hace grande.

¿Y qué es todo aquello que lo hace tan grande? La imaginación, la sorpresa, la velocidad, el regate. En una palabra: Individualidades. Y de dos individualidades tejidas artesanalmente por dos cracks del balón se va a hablar en este post. Ambos genios son argentinos, juegan o jugaron en el Barcelona y no llegan al metro setenta de estatura. Ellos son Maradona y Messi. El maestro y el aprendiz del maestro. La leyenda y la promesa de lo que está por llegar.

Decía que de dos indivualidades se iba a hablar en este post. Tal vez hablar no sea la expresión correcta. Ante dos goles así las palabras sobran.

Primero el maestro:



Luego el aprendiz:



Conclusión: Maradona y Messi no son alemanes




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