La gente corriente cree que los juegos de cartas, y en particular el Póquer, son fundamentalmente azar con ciertas dosis de engaño. Y tienen razón, pero no toda la razón. En realidad, el póquer consiste en estadística, probabilidad y capacidad para representar lo que no tienes. Y eso en el póquer en vivo. En el póquer por internet la capacidad para representar lo que no tienes mengua considerablemente su utilidad. A la larga, lo que cuenta es la expectativa matemática que te ofrece tu mano según la ronda de apuestas.
El teorema del póquer de Sklansky es claro: Cada vez que jugamos de forma distinta de cómo hubiéramos jugado si pudiéramos ver las cartas de nuestros rivales, ganan ellos. Cada vez que nosotros jugamos de la misma forma que lo hubiéramos hecho si pudiéramos ver las cartas de nuestros rivales, pierden ellos. Obviamente, el póquer es un juego de información incompleta y no podemos ver las cartas de nuestros rivales. Sólo podemos conjeturarlas en función de su conducta y jugar las nuestras en función de su expectativa matemática.
Las probabilidades de que un póquer pueda tener expectativa negativa son fráncamente reducidas. Un póquer sólo puede perder ante una escalera de color. Y la probabilidad de que en una misma mesa se junte una escalera de color al as y un póqer de ases son del 0'00000004%. Si en una hora por internet se pueden jugar unas 40 manos en una mesa de tamaño medio, tenemos que si jugáramos ininterrumpidamente (sin hacer ninguna clase de descanso) tardaríamos unos 11415 años en ver una situación así, por promedio. ¿Mucho tiempo no?
Bien, para eso están las WSOP y youtube.
Pobre japonés, porque todos hubiéramos hecho lo que él en esa situación. Gracias al póquer, ahora entiendo el imperativo categórico de Kant.
El teorema del póquer de Sklansky es claro: Cada vez que jugamos de forma distinta de cómo hubiéramos jugado si pudiéramos ver las cartas de nuestros rivales, ganan ellos. Cada vez que nosotros jugamos de la misma forma que lo hubiéramos hecho si pudiéramos ver las cartas de nuestros rivales, pierden ellos. Obviamente, el póquer es un juego de información incompleta y no podemos ver las cartas de nuestros rivales. Sólo podemos conjeturarlas en función de su conducta y jugar las nuestras en función de su expectativa matemática.
Las probabilidades de que un póquer pueda tener expectativa negativa son fráncamente reducidas. Un póquer sólo puede perder ante una escalera de color. Y la probabilidad de que en una misma mesa se junte una escalera de color al as y un póqer de ases son del 0'00000004%. Si en una hora por internet se pueden jugar unas 40 manos en una mesa de tamaño medio, tenemos que si jugáramos ininterrumpidamente (sin hacer ninguna clase de descanso) tardaríamos unos 11415 años en ver una situación así, por promedio. ¿Mucho tiempo no?
Bien, para eso están las WSOP y youtube.
Pobre japonés, porque todos hubiéramos hecho lo que él en esa situación. Gracias al póquer, ahora entiendo el imperativo categórico de Kant.